Resulta apasionante indagar en la historia del cine y seguir encontrando películas virtualmente olvidadas desde hace décadas que, no solo son magníficas, sino que le obligan a uno a repensar la historiografía clásica del medio, haciéndonos ver que es todo mucho más complejo de lo que a menudo se tiende a creer. Life on Hortobágy (Hortobágy, 1936) nació a raíz de una idea que tuvieron el cámara húngaro Lászlo Schäffer y el director austríaco George Hoellering. Estando ambos trabajando en la industria alemana, mucho más potente que la de sus países de origen, el primero recordó con nostalgia algunos de los paisajes de su infancia en Hungría, y el relato de los hombres que vivían ahí manteniendo su folklore y tradiciones intactas dedicándose a la cría de caballos suscitó el interés de Hoellering. Los dos viajarían a la zona de Hortobágy y se pasaron dos años conviviendo con sus habitantes y filmándoles para realizar un documental.
No obstante, con el paso del tiempo llegaron a la conclusión de que, pese a que el material filmado era de muy buena calidad, les hacía falta una historia para acabar de darle fuerza. De esa forma, decidieron integrar el material documental con algunas historias de ficción, y para ello contactaron con el escritor Zsigmond Móricz. Éste, aunque no tenía buena imagen de la industria cinematográfica húngara por considerar que realizaba películas muy artificiales, aceptó la idea de escribir un guion de ficción que debería ser interpretado por los propios habitantes de Hortobágy, y no por actores profesionales. A la práctica ese guion cambió tanto que Móricz inicialmente se disgustó, pero cuando vio el resultado final quedó conmovido.
