Scenes of City Life [Dushi fengguang] (1935) de Yuan Muzhi

Aquellos de ustedes que, como este Doctor, tengan ya una edad, ¿no recuerdan con nostalgia los años del primer cine sonoro? ¿Rememoran aquellos tiempos en que el sonido cinematográfico era algo nuevo, excitante y, sí, divertido? ¿Se acuerdan de cuando, inocentes de nosotros, pensábamos en las miles de posibilidades que daría esa innovación y que, al poco tiempo, acabaron decepcionantemente limitándose a un enfoque más bien realista acompañado de una banda sonora? Obviamente en todas estas décadas también ha habido muchísimos cineastas muy imaginativos e innovadores en el uso del sonido, pero tengo la impresión de que esa creatividad tan desaforada que se nota en el cine mudo respecto al uso de las imágenes no se trasladó en el sonoro hacia un cine tan creativo desde el punto de vista auditivo.

Es por eso que una película como Scenes of a City Life (Dushi fengguang, 1935) me ha conquistado desde el principio. Su autor es el actor chino Yuan Muzhi, conocido en su momento como «el hombre de las mil caras» en su país, de igual forma que lo era Lon Chaney en el resto del mundo, al parecer por su capacidad para interpretar todo tipo de registros totalmente distintos y salir airoso. Solo dirigió dos películas, la que nos ocupa (¡que resulta aún más sorprendente sabiendo que se trata de un debut!) y la mucho más célebre Ángel de la Calle (Malu tianshi, 1937), uno de los títulos más emblemáticos del cine chino clásico. Pero sinceramente, aun siendo su segunda y última obra mucho más conocida, su debut me parece, pese a sus imperfecciones, una obra que desborda tanta creatividad que me parece más interesante.

El filme, situado en Shanghai, muestra a varios hombres que pretenden a una misma joven, la caprichosa y egoista Zheng Xiaoyun. Uno de ellos es Li Menghua, un pobre estudiante que no puede pagar el alquiler de su habitación pero aun así gasta el poco dinero que tiene en conquistarla. Éste deberá disputarse su amor con Wang Jusheng, un hombre de negocios acaudalado, y con su secretario Xiao Chen. En paralelo Zheng pedirá dinero a su padre para comprarse un nuevo vestido para una boda a la que debe acudir, pero éste, que es uno de los propietarios de una tienda de empeños, apenas tiene suficientes beneficios para contentar las exigencias de su mujer.

Scenes of a City Life es un filme que en algún lugar se ha calificado de comedia musical, pero eso puede dar pie a malentendidos respecto a su contenido. No se trata de una película musical al uso en que la trama se ve interrumpida (¿o complementada?) por números musicales en que los personajes cantan, sino que entiende la sinergia entre cine y música de una forma que bebe directamente del gran René Clair, uno de los cineastas más importantes e influyentes del primer cine sonoro. Esta concepción del cine apuesta por integrar la música totalmente en la película, no solo a través de canciones que entonan los personajes sino con el uso de la banda sonora como un elemento indisociable del paisaje sonoro. Dicho en otras palabras: la música suena constantemente, ya sea a través de melodías que entonan los personajes brevemente pero que no acaban de convertirse en números musiccales coreografiados, o con efectos sonoros recalcados a través de puntuaciones musicales.

En ese sentido, el filme es un auténtico festín sonoro, en que en el momento más insospechado un enfrentamiento entre personajes se convierte en un diálogo musicalizado que recalque el choque entre ellos (las discusiones entre el prestamista y su mujer por falta de dinero, que al darse varias veces con la misma melodía se convierten en una especie de tema musical recurrente), o en que  directamente algunos diálogos se eliminan y se convierten en un murmullo musical ininteligible (las peleas entre los empleados de la tienda de préstamos).

Y lo mejor es que la cosa no queda ahí, porque Muzhi se empapa también de los imaginativos recursos visuales del cine mudo, como si se propusiera aplegar lo mejor de los dos mundos. Pero no son trucos visuales hechos para impresionar al espectador sino que, al igual que estos toques musicales, los integra en la trama con total soltura. Me viene a le mente por ejemplo un instante muy simpático en que el pobre Li mueve una hucha con el poco dinero que tiene ahorrado y aparece por sobreimpresión el rostro de Zheng para mostrar que piensa en ella, típico recurso del cine mudo que el sonoro aniquilaría para siempre, o un plano en que Zheng llama a Wang y la cámara pasa de la ruedecilla del teléfono al despacho del segundo a través de un desenfoque y movimiento de cámara muy bien integrados.

Pero, esperen, ¿les parece poco? También tenemos el fragmento de un corto de animación que los personajes van a ver al cine y que, además, acabo de averiguar que no existía previamente sino que se dibujó expresamente para la película, así como un inicio con la llegada de algunos de los personajes a Shanghai que da pie a un pequeño montaje de imágenes de la ciudad que parece sacado de una sinfonía urbana.

Merece la pena detenerse un poco en esto último. Shanghai fue la gran capital china del cine en los años 30 y buena parte de los filmes realizados en estos años se empapaban mucho de esa fascinación tan moderna por grandes ciudades como ésta. Desde el mismo título de la cinta a la escena inicial con esos campesinos inocentes llegando ilusionados en tren a la gran urbe, la película documenta lo compleja y dura que puede ser la vida moderna al mismo tiempo que se hace eco de esa fascinación por una ciudad en que se dan la mano la cultura china y las innumerables influencias occidentales (que son visibles desde las referencias a Chaplin o Walt Disney a la música americana que se oye de fondo en un local nocturno).

Es en ese sentido una película cuyo estilo refleja perfectamente cómo eran esas grandes ciudades: sobreestimulada, repleta de sonidos y pequeños recursos visuales, con gags o referencias que a veces reconozco que se me escapan pero que aun así disfruto – de hecho, para mí uno de los placeres de ver filmes de culturas tan lejanas a la nuestra es sentir esa cierta sensación de desubicación que tenemos cuando viajamos al extranjero y no sabemos situarnos.

Lo único que le impide a Scenes of City Life ser una de las grandes obras del cine chino es, como creo que le pasa a otros clásicos chinos de la época, un guion que no ha envejecido muy bien, o al menos desde mi perspectiva occidental, claro. La historia no es gran cosa, lo cual tampoco es algo necesariamente malo, pero los personajes son también demasiado esquemáticos y simplistas. Y a la larga eso incentiva que en ciertos momentos no pueda evitar abstraerme un tanto de la trama prestando más atención a todos esos recursos cinematográficos, mucho más interesantes que sus personajes.

No obstante, reconociendo su flaqueza en ese campo, a cambio la película resulta tan genuinamente imaginativa y entretenida, tan contagiosa en su afán por aprovechar todos los recursos cinematográficos que el debutante Yuan Muzhi tenía aquí a su alcance, que no puedo menos que quedarme con los aspectos positivos que atesora y fantasear con una realidad paralela en que el cine popular hubiera acabado siendo mucho más parecido al de películas tan desbordantes de ideas como ésta.

2 comentarios

  1. Mirando otros datos de la película, me doy cuenta de que la actriz principal es la que después se conocería como la esposa de Mao, y una de las integrantes de la Banda de Los cuatro durante la Revolución cultural.

    Pascual

    1. Hola Pascual,

      Muchas gracias por el apunte, es un dato que me encontré buscando información sobre la película y me olvidé imperdonablemente de añadir. Pero diría que no es la actriz principal, aunque no estoy seguro de qué papel interpreta. Posiblemente la amiga de la protagonista que va a casarse.

      Un saludo.

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