El Destino se Repite [Repeat Performance] (1947) de Alfred L. Werker

Este Doctor ya ha comentado varias veces en este gabinete cómo el cine negro se ha convertido en uno de los géneros fetiche de los fanáticos del cine clásico entre otras cosas por ser capaz de funcionar incluso en condiciones que resultarían perjudiciales a otro tipo de películas. De esta forma una de las obras más míticas del noir tiene como uno de sus elementos definitorios la obvia pobreza y falta de recursos del rodaje, mientras que una obra maestra incontestable como El Sueño Eterno (The Big Sleep, 1946) de Howard Hawks parte de un guion a todas luces incomprensible. ¿En qué otro género podríamos destacar felizmente cualidades como éstas e incluso entenderlas como algo que beneficia a las películas?

En El Destino se Repite (Repeat Performance, 1947) nos encontramos con un inicio altamente confuso que podría resultar desalentador en otro tipo de filme pero que aquí codificamos como algo que va con el género: una joven, Sheila Page, dispara a un hombre y huye del apartamento. Es Nochevieja, se incorpora a una fiesta donde insiste en hablar a solas con un amigo llamado William Williams para pedirle consejo. En los diálogos se mezclan nombres que aún no sabemos ubicar (el muerto es un tal Barney, se habla de acudir a un tal John Friday) mientras seguimos sin entender por qué ha matado a ese hombre. Además, la ausencia de grandes estrellas en el filme hace que tardemos un rato en asentarnos por no saber qué papel tendrá cada uno de ellos: si apareciera por ahí un Bogart o un Richard Conte nos sería fácil intuir qué tipo de papel tendrán en esta confusa trama o simplemente que acabarán siendo personajes importantes, pero no es el caso y hay una suerte de «democracia» entre personajes que hace que tardemos un rato en saber quiénes serán los que tendrán más relevancia aparte de Sheila (cabe decir que, aunque no muy recordada hoy día, la protagonista Joan Leslie sí era una estrella reputada en su momento, mientras que Richard Basehart aquí todavía no era famoso). Es por inicios como éste que considero interesante ver las películas sin conocer su argumento, llegar vírgenes a ellas para depender totalmente del guion y percibir mejor su capacidad de conducirnos al argumento principal – a no ser, claro está, que se trate de una reseña de su genio del mal favorito, en cuyo caso les pido que hagan una excepción y sigan leyendo.

Pronto sabemos que Sheila es actriz, y que el hombre al ha matado es su marido Barney, escritor de teatro en horas bajas. La causa tiene que ver con una serie de hechos fatídicos sucedidos el último año, que empezaron cuando éste conoció a una tal Paula Costello, que se convirtió en su amante y le hizo recaer de nuevo en un alcoholismo autodestructivo. Camino de casa de su director teatral John Friday, Sheila se lamenta de todo lo sucedido y desea con toda su alma poder volver atrás en el tiempo para cambiar los acontecimientos y que no llevaran a ese fatídico desenlace. Y es aquí cuando aparece el elemento más característico y diferencial de este filme sobre otros del género: porque sucede el milagro y de repente Sheila vuelve un año atrás en el tiempo. ¡Qué no daríamos por hacer lo mismo y revivir un año de nuestra vida evitando los errores que cometimos!

A partir de aquí, el filme acaba desembocando más hacia el melodrama, con Sheila intentando salvar a su marido de volver a sucumbir en el alcohol bajo la perniciosa influencia de Paula, pero pronto descubrirá que en realidad no puede huir del destino y que sus intentos por esquivarlo la acaban reconduciendo hacia el mismo camino.

El Destino se Repite no es ciertamente una joya oculta y de hecho su adscripción al noir (que no deja de ser un género muy moldeable que va más allá de su vinculación con el policíaco) se restringe a unos elementos muy concretos como ese inicio tan típicamente impactante y confuso, esa sensación de fatalismo y algunas escenas que ya señalaremos. Su relativa oscuridad se debe sin duda a ser una producción de un estudio barato dirigida además por un cineasta desconocido (al menos para la mayoría de nosotros) como Alfred L. Werker, pero la verdad es que es tan competente formalmente que resulta un ejemplo de cómo el Hollywood clásico logra puede sorprendernos con películas más que apañadas incluso sin grandes nombres. El reparto mismamente incluye a actores sin el aura mítica y carismática de las grandes estrellas pero que funcionan muy bien en sus papeles, como Louis Hayward encarnando al marido de Sheila o Tom Conway en uno de sus prototípicos personajes elegantes que tanto me hacen pensar en George Sanders (y que hace poco descubrí el por qué: no en vano Conway es el hermano mayor de Sanders).

No ha sido hasta hace una década que el filme ha adquirido renombre y ha sido rescatado del olvido y restaurado, sin duda auspiciado por su curiosa premisa fantástica, pero el hecho de que se le vincule tanto con el noir puede crear unas expectativas equivocadas. Porque aunque inicialmente parece que la clave de la historia es cómo ella intenta evitar que todo desemboque de nuevo en el asesinato de su esposo, yo creo que en realidad la historia va de otra cosa, básicamente sobre la incapacidad de Sheila de darse cuenta de cuán tóxico es Barney. Lo que explica El Destino se Repite es en el fondo cómo los seres humanos tropezamos dos veces con la misma piedra, que lo que obsesiona a Sheila es evitar que Barney y Paula se hagan amantes, y eso le impide darse cuenta de que en realidad Barney es un marido tóxico al que ella no puede evitar seguir amando después de que la haya humillado y maltratado dos veces.

Es por eso que un aspecto de la protagonista que puede resultar agotador a mí en cambio me parece fundamental: su devoción servilista a Barney, el hecho de ser tan buenaza y comprensiva hacia un marido que está claro que no la merece. Para ella la solución a su problema es evitar que esa tal Paula Costello interfiera en su vida, cuando en realidad es incapaz de asumir que simplemente su relación con Barney está condenada, por mucho que intente cambiar los acontecimientos. La película de hecho viene a ser como un remake de Ha Nacido una Estrella pasado por el filtro de la serie de ciencia ficción La Dimensión Desconocida, en que el talentoso artista se ve incapaz de superar el hecho de que su esposa, a la que él descubrió, le ha acabado superando – y, en este caso, se suma el hecho de que ella no se dé cuenta de que su insistencia por «proteger» a Barney en realidad no le hace ningún bien.

Siendo un filme al que le falta ese extra de genialidad o personalidad que acabaría de redondear una premisa tan interesante, a cambio creo que funciona bastante bien entendiendo así su argumento y no como un film noir fantástico propiamente dicho. Sí que tiene algunas escenas que encajan totalmente en el género, como el emocionante desenlace o la visita al manicomio, con el obligado juego de sombras que le da un tono tenebroso y algunas frases que son totalmente propias del universo noir, que dejan entrever aspectos oscuros de otros personajes en los que no se profundizan pero que dejan huella («En cierto modo esto me recuerda a mi casa… es que tú no sabes cómo era mi casa«).

En el fondo más que una película trágica, se trata de una cinta bastante triste, en que todos los personajes no son correspondidos por la persona que aman o acaban no siéndolo en algún momento, algo que se refleja no solo en la trama principal sino en pequeños detalles muy hermosos, como ese John Friday, obviamente enamorado de Sheila aunque jamás se lo dé a entender, haciéndole creer a que su marido infiel se ha acordado de ella en la noche de su estreno enviándole unas rosas. Y si algo nos demuestra la historia de Sheila es que si no podemos escapar a nuestro destino no es tanto por algo tan grandilocuente como que esté ya escrito, sino porque seguiremos siendo esclavos de nuestros defectos y errores. Y por tanto que en el fondo la culpa es nuestra.

2 comentarios

  1. Qué triste pero cierta conclusión, Doctor.

    Le confieso que no la conocía y acabo de verla en una versión en baja calidad pero con subtítulos en castellano que hay en youtube y la verdad es que me ha sorprendido para bien. A pesar de que su obviamente presenta una factura que no alcanza a las grandes películas de las majors, lo cierto es que es más que digna, y me ha sorprendido la dirección de Werker, del que nada sé, que aunque no tenga ideas geniales, sabe ser variado y reservarse algún momento especial, como la visita al manicomio o una conversación que mantiene Sheila con otro personaje a través de un espejo, aparentemente intrascendente pero muy bien rodada. Parece que en esos años había que esforzarse mucho para que a uno le saliera una peli cutre.

    Eso sí, tiene sus defectillos, como cierta incoherencia en la personalidad de Sheila (que es cierto lo que usted dice, lo que quiere mostrársenos es que no se puede escapar de las malas decisiones) porque parece no variar mientras lo hace si marido, sin duda el personaje peor escrito e interpretado, que pasa de amarla con locura al principio a enchocharse de la autora inglesa en 10 segundos. Sin embargo mi calificación general es de notable y mucha alegría por haberla encontrado.

    En fin, como siempre, un placer dejarse llevar por sus recomendaciones.

    PD: un recuerdo para nuestra versión cañí, La vida en un hilo del gran Edgar Neville, de algo parecido a esta historia y dos anterior a esta, o tres.

    1. Hola Manuel,

      Yo también pensé como usted que es increíble cómo en el Hollywood clásico les salían tan buenas películas sin grandes presupuestos ni viniendo necesariamente de grandes cineastas. Por Twitter me han chivado otros títulos a tener en cuenta de este cineasta, así que tiraré del hilo a ver si me llevo algún descubrimiento más (y hablando de hilos, decirle que la de Neville es mi película predilecta suya y una de mis favoritas del cine español clásico).

      Coincido en los defectos que señala, sobre todo en lo torpemente definidos que están los personajes de Sheila y Barney, pero supongo que es el precio a pagar por esa sensación de urgencia de estas producciones baratas en que había que ir al grano hacia la acción principal y no detenerse en desarrollar bien los personajes (un poco lo que pasa con la película de serie B que comenta en su blog esta semana, de la que recuerdo muy poco pero creo que usted comentaba algo parecido respecto a la psicología de los personajes).

      Un abrazo.

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