Horas Desesperadas [The Desperate Hours] (1955) de William Wyler

Existe en el cine negro un motivo muy recurrente que es el del hogar visto como refugio sacrosanto de la familia en contraste con el peligroso mundo exterior. A menudo sucede que el antihéroe de un film noir intenta proteger su hogar de las consecuencias de los errores que éste ha cometido fuera de él, y se vuelve casi una obsesión el evitar que entren en contacto esos dos entornos totalmente diferentes. Por citar un par de ejemplos, podemos percibir eso en obras como Acto de Violencia (Act of Violence, 1948) de Fred Zinnemann o Pitfall (1948) de André de Toth. Relacionado con esa temática existe a su vez un subgénero que es el de las películas conocidas como “home invasion”, en que unos desconocidos entran en una casa respetable y secuestran a sus ocupantes. Aunque esta subcategoría va más allá del cine negro, es fácil trazar sus puntos en común con el motivo temático expuesto antes, dando pie a películas tan remarcables como Yo Amé a un Asesino (He Ran All the Way, 1951) de John Berry.

En el caso de Horas Desesperadas (The Desperate Hours, 1955) no nos encontramos exactamente dentro del terreno del cine negro, tanto por una puesta en escena que no abusa de los claroscuros como por el acercamiento argumental, que no destapa las miserias de la familia protagonista, pero sin duda hay puntos en común con la idea de separar el sagrado hogar del peligroso mundo exterior. Aquí partimos de una conocida obra de Broadway que se trasladó a la pantalla en forma de película prestigiosa, dirigida por uno de los cineastas más reputados del Hollywood de la época, William Wyler, y encabezada por dos estrellas como Fredric March y Humphrey Bogart. Nada de esto es necesariamente negativo, pero sí que quizá haya hecho que el filme no sea tan apreciado como creo que merecería, ya que esta suma de talentos genera unas expectativas demasiado elevadas para lo que de todos modos es un filme más que notable.

La película empieza presentándonos a los Hilliard, encarnación por excelencia de la familia respetable americana de clase media. El padre, Daniel, es un hombre maduro con un trabajo bien remunerado y su mujer Hillie cumple a la perfección el papel de esposa y madre devota. Los hijos son Cindy, ya una adulta con un novio que no cuenta con la aprobación del padre, y el pequeño Hal. Después del desayuno familiar, Hillie le increpa a Hal que no haya recogido su bicicleta del jardín, pero éste como niño que es, se escaquea y la deja ahí. Poco podría imaginarse que ese descuido tendría consecuencias tan nefastas. Pasamos a estar en el interior de un coche que se pasea por el barrio, y oímos unas voces comentando las casas que ven (fíjense en la inteligentísima decisión de Wyler de no mostrarnos todavía sus rostros: de momento son una presencia amenazante inconcreta). Finalmente deciden detenerse en la de los Hilliard por un motivo: la bicicleta en el jardín, signo de que hay niños pequeños viviendo ahí.

Poco después, esos personajes, tres convictos fugados, entran y retienen como rehenes a toda la familia. El líder del grupo es Glenn Griffin, un delincuente veterano que está secundado por su hermano menor, aún algo inexperto, y un grandullón incontrolable. Su plan es esperar en esa casa la llegada de una importante suma de dinero que vendrá de manos de un cómplice. Hasta entonces, los cuatro miembros del clan Hilliard tendrán que convivir con esos delincuentes sin saber qué será de ellos.

La historia que nos narra Horas Desesperadas está basada en un caso real sucedido en 1952, cuando una familia de Pennsylvania fue retenida durante un día en su propio hogar por unos convictos fugados. Hasta aquí toda similitud con la obra de teatro y la película. De hecho las víctimas del caso real explicaron que si bien estuvieron retenidos contra su voluntad y sufriendo la incertidumbre sobre qué les harían los delincuentes, en realidad éstos no les trataron mal e incluso mostraron cierta cortesía con ellos hasta que se fueron. Pero eso no es cinematográfico, y no hemos venido a ver a Humphrey Bogart (quien interpreta al líder del grupo de convictos) tomando amistosamente el té con la familia Hilliard mientras espera la llegada del dinero.

Wyler, un cineasta asociado a géneros más prestigiosos como melodramas, westerns o peplums, aquí se desmarca con un magnífico drama de suspense, en que consigue concentrar en el espacio de la casa la tensión entre los Hilliard y los delincuentes, que parece que vaya a estallar de un momento a otro. El elemento más interesante de la historia es a mi parecer cuando el padre de familia y Cindy deben acudir a sus trabajos y seguir haciendo su vida normal para no levantar sospechas, sabiendo que si acuden a la policía las vidas de Hillie y Hal corren peligro. En paralelo, Wyler nos muestra la investigación policial que se va acercando al paradero de los delincuentes, hasta culminar en un clímax lleno de suspense en que es el padre de familia quien debe salvar a los suyos.

Uno de los grandes alicientes de Horas Desesperadas es volver a ver Bogart en un papel de villano, y más si tenemos en cuenta que en realidad el personaje no estaba pensado para él, ya que en la obra de teatro original el jefe de la banda era mucho más joven (ni más ni menos que Paul Newman). Y si bien por entonces Bogart ya se encontraba muy gravemente enfermo, eso no le resta ningún ápice de fuerza a su personaje. Ver su rostro ya desgastado y envejecido pero sin perder ese sarcasmo hiriente y ese aura amenazante es toda una constatación de lo gran actor que era, y más cuando aquí se enfrenta a otro grande como Fredric March en un duelo interpretativo de primer nivel.

El desenlace de la Horas Desesperadas incidirá aún más en la importancia que tiene el concepto de hogar como refugio en el que Daniel Hilliard quiere proteger a su familia del mundo exterior. En su enfrentamiento final con el convicto, Daniel le gritará, no que se rinda o que por fin recibirá su merecido, sino literalmente “¡Salga de mi casa!”. Por otro lado, el plano final nos mostrará a los protagonistas volviendo a entrar, con el importante añadido de que Daniel invitará al que será el nuevo miembro de la familia a unirse a ellos. La idea del hogar como lugar cerrado al que solo se invita a entrar a los que vayan a formar parte de ese núcleo. Y en todo momento, la bicicleta siempre presente en ese último plano. La condenada bicicleta que dio pie a todo el conflicto. La moraleja del filme es bastante clara: cuando vuestra madre os pide que recojáis vuestras cosas, lo dice por algo


Este texto apareció originalmente en el número 324 de la revista Versión Original (abril 2023). 

5 comentarios

  1. Un gran artículo para una película con mucho oficio de su director y bastante pena, palpable ya, sobre Bogart. ♘

    1. Sí, se nota que Bogie ya estaba enfermo, pero es remarcable como aun así sigue transmitiendo peligrosidad y ese carácter tan cínico que le hacía tan carismático. Un grande hasta el final.

  2. Un drama claustrofóbico de necesidad (unidad de espacio, origen teatral) con una situación de base múltiples veces llevada a la pantalla en todas sus variantes. Ahí están EL BOSQUE PETRIFICADO, CAYO LARGO, CERCO DE ODIO y SUDDENLY! (ésta con unos ingredientes casi idénticos).

    En HORAS DESESPERADAS, creo que la realización, con algún acierto aislado, peca de cierto anquilosamiento formal y la consecución del suspense resulta mecánica.

    Un saludo.

    1. Hola Teo,

      Curioso que las dos primeras que citas también tienen a Bogart. Me apunto Cerco de odio, que no la conocía y solo por la premisa y los actores ya me parece interesante.

      Por cierto, a veces WordPress no coge bien los nombres de usuarios, edité el comentario para que conste que es tuyo.

      Un saludo.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.