Desde sus inicios, Hollywood ha tenido siempre un ojo puesto en la producción cinematográfica de otros países en búsqueda de nuevos talentos. La filosofía de los grandes estudios ya en los años 20 era estar atentos a intérpretes y cineastas que destacaran para importarlos a Estados Unidos, consiguiendo así eliminar posible competencia y traerse consigo un nuevo talento que daría un plus de calidad a las películas con su «toque europeo». De esta forma, las cinematografías europeas siempre se han encontrado doblemente indefensas, ya que no sólo debían competir contra la industria más grande sino que debían ver impotentes cómo sus mejores creadores se iban al otro lado del Atlántico.
En el caso del cine escandinavo, a principios de los años 20 dos talentos destacaron con nombre propio llamando la atención de los magnates de Hollywood: Victor Sjöstrom y Mauritz Stiller. Por tanto ambos fueron llamados a la Meca del cine a emprender una carrera, pero mientras el segundo no consiguió entenderse en ese contexto y regresó a Suecia (dejando, eso sí, a su talentosa joven estrella allá, una tal Greta Garbo), Sjöstrom consiguió llevar adelante una carrera exitosa tanto en el aspecto comercial como artístico que siempre me he preguntado hacia donde habría derivado de haber permanecido en Hollywood después de la llegada del sonoro.
Su primer gran éxito que cimentó su carrera en Estados Unidos fue el film que nos ocupa, cuyo protagonista es Paul Beaumont, un científico que es traicionado por el que era su mecenas, el Barón Regnard, quien no solo se adjudica el mérito de un estudio al que ha dedicado años de su vida sino que le roba su mujer. Beaumont es humillado por la comunidad científica y su esposa, quienes se burlan de él hundiéndole por completo. Años después, Beaumont trabaja exitosamente como payaso en un circo bajo el nombre de «El Que Recibe El Bofetón», donde interpreta un número en que el resto de payasos se ríen de él y le abofetean continuamente, una forma de mantener su anonimato y de expiar sus demonios interiores al mismo tiempo.
Dentro del mismo circo trabaja Consuelo, quien está enamorada del jinete Bezano pese a que su padre está más interesado en adjudicarle un matrimonio de conveniencia con alguien acaudalado. Una noche, el Barón Regnard aparece entre el público y se enamora instantáneamente de Consuelo. Ésta por supuesto no le corresponde, pero su padre planificará el matrimonio contra su voluntad mientras Paul alias «el que recibe el bofetón» observa todo desde la distancia planificando su venganza.
Aunque algunos de sus méritos pueden pasar más desapercibidos hoy día, en su momento El Que Recibe El Bofetón fue toda una hazaña artística. La impecable puesta en escena de Sjöstrom no pasó desapercibida por el público y la crítica de la época, que aplaudieron su novedoso uso de la iluminación y el cuidadísimo tratamiento de la factura visual de la película. Las escenas más oníricas en que el protagonista se ve rodeado de otros payasos eran un ejemplo de la maestría con que Sjöstrom sabía evocar motivos visuales inolvidables, al igual que la recreación de todo ese ambiente circense.
Por otro lado, no puede dejar de mencionarse la excelente interpretación de Lon Chaney en un personaje hecho a su medida: extravagante, patético y llevado a situaciones extremas emocionalmente. Por ejemplo, la escena en que se declara a Consuelo y ésta lo toma como una broma más por su parte es de una tensión casi insoportable por parte del espectador, y que Chaney sabe llevar adelante en cada gesto y mirada, hasta acabar rindiéndose ante la evidencia de que nadie le puede tomar en serio. Del resto del reparto debe destacarse también a dos nombres de prestigio como Norma Shearer y John Gilbert que aportan el único apunte de optimismo mediante su relación, no obstante ninguno de los dos puede aspirar siquiera a destacar compitiendo con un grande como Lon Chaney jugando en su terreno.
El segundo film americano de Sjöstrom (rebautizado Seastrom para tener un nombre más fácil para el público americano, no sea que eso les espante de acudir al cine) sería, además de la primera película producida por la recién fundada Metro Goldwn-Mayer, un enorme éxito de taquilla que facilitó la adaptación del sueco en la industria americana. De hecho tal es así que el propio Chaney protagonizó al menos dos films más que tenían mucho en común con éste, como Garras Humanas (1927) de Tod Browning o Ríe, Payaso Ríe (1928) de Herbert Brenon.
En cuanto a Sjöstrom, el éxito de esta película consolidó su entrada en Hollywood, donde realizaría más películas de éxito hasta que decidió retirarse casi definitivamente del cine con la llegada del sonoro volviendo a su tierra natal.
Acabo de ver la película, y la verdad es que me ha parecido maravillosa… Las coreografías con los payasos en el circo son al mismo tiempo divertidas y turbadoras. Coincido en que la escena en la que Norma Shearer se toma a broma la declaración de Lon Chaney duele. Pero para mí, los dos mejores momentos son cuando Chaney se queda solo en la carpa, hurgando en la arena con el pie en la zona en la que habían enterrado el corazón… y le apagan la luz; y el final, cuando los compañeros de Chaney comienzan la rutina del bofetón, pensando que se trata de un nuevo número. Espectacular, estoy deseando ver la Carreta Fantasma…
No en vano muchos consideramos a Victor Sjöstrom uno de los grandes directores de la historia del cine. La primera vez que uno descubre sus películas es una experiencia única. Espero que disfrute de La Carreta Fantasma, estoy seguro de que le gustará…
Hace horas que estoy deleitandome con tu blog, una belleza realmente.
Yo había visto sin saber de la existencia de esta version original: «El que recibe las bofetadas» con Narciso Ibañez Menta. Toca ver esta, aunque no por el momento, que ando navegando entre el noir, la screwball comedy y la obra de Michelangelo Antonioni. Por el cual llegué a tu pagina buscando una reseña de «Il grido».
Muchas gracias por traer tanto cine de una forma tan accesible.
Un saludo!
Gracias a ti por el comentario, espero que descubras muchas joyas por aquí (el film de Sjöstrom mismamente es una maravilla).
Un saludo.
Es la adaptación de una excelente obra de Leonidas Andreyev, la recomiendo, muy buena lectura y muy bien llevada al cine. existen otras dos versiones, pero esta debe ser la mejor.
Desconocía la obra original, ¡gracias por la recomendación!
el amigo Sjöstrom se dedicó a la actuación junto a su amigo bergman