Goupi Mains Rouges (1943) de Jacques Becker

A mi parecer Goupi Mains Rouges (1943), la primera película importante de ese director tan interesante y especial que era Jacques Becker, se trata de un filme que resulta casi inevitable conectar con otra obra francesa de la época como El Cuervo (Le Corbeau, 1943) de Henri-Georges Clouzot. Son dos filmes que ofrecen una visión muy crítica de la Francia tradicional y rural, que resultan especialmente punzantes por lo bien que captan ese ambiente para posteriormente poner el dedo en la llaga, y que además se realizaron en un momento delicado como fueron los años de la ocupación alemana durante la II Guerra Mundial. Precisamente si había un momento poco apropiado para sacar a la luz los trapos sucios de una Francia que los espectadores seguro que reconocerían al verla en la pantalla, era éste.

En el caso de Goupi Mains Rouges se nos ofrece un retrato de una numerosa familia rural, los Goupi, que están liderados por la tiránica cabeza de familia apodada Tisane. Los ánimos están especialmente revueltos por la llegada a casa del hijo del apodado Mes Sous, que se fue a vivir a París con la primera mujer de éste hace 25 años y al que no han vuelto a ver. El motivo por el que se le ha llamado al hogar a este joven, al que apodan como Monsieur porque aparentemente posee un negocio en la capital, es casarlo con una prima suya, Antoinette, ya que les resultaría beneficioso a toda la familia.

La noche que Monsieur Goupi llega a la estación de tren le está esperando para recogerle su tío apodado Goupi Mains Rouges, una especie de oveja negra de la familia que vive aparte y tiene cierta complicidad con un sobrino suyo llamado Tonkin, que también se encuentra algo marginado del universo Goupi – para complicar más las cosas, aunque Goupi Mains Rouges da nombre a la película no es el personaje principal, no es especialmente simpático al espectador y no tendrá cierta relevancia en la trama hasta el final de la cinta. A partir de aquí, una serie de sucesos inesperados acabarán desembocando en varios hechos dramáticos: el gran patriarca de la familia, el centenario bisabuelo apodado el Empereur, tiene un ataque que lo deja inconsciente; Tonkin roba una importante cantidad de dinero de la familia; Tisane es asesinada sin que se sepa el culpable y, por si todo esto fuera poco, los hombres de la familia Goupi se obsesionan entonces con descubrir un valioso tesoro que el Empereur ha escondido en la casa antes de que éste fallezca.

No se asusten si se han perdido por el camino, porque en realidad uno de los méritos de la película es cómo logra ir presentando a todos los personajes de la familia (y esto incluye otros que no he mencionado para no hacer aún más fatigosa la lectura de esta reseña), sus relaciones entre si y los diferentes acontecimientos que les acaban haciendo entrar en conflicto de forma natural, sin que el espectador se pierda y, lo más meritorio de todo, sin una figura claramente protagonista que vertebre el relato.

Éste es un primer aspecto que merece destacarse del filme, y es que no hay ni un solo personaje masculino realmente positivo o simpático en el que apoyarnos (los femeninos se dividen en la insoportable y tiránica Tisane y el resto, que no tienen voz ni voto en un sistema familiar marcadamente masculino). En circunstancias normales ese rol lo tendría Monsieur, ese joven que se ve de repente involucrado en estos conflictos familiares que le son totalmente ajenos. Pero, al menos en mi caso, no me resulta nunca agradable. Es fatuo, con esos aires de personajillo de ciudad que se rebaja a conocer a sus familiares del campo y además ha mentido sobre su profesión real para aparentar ser más importante de lo que es. Se trata por otro lado de un personaje pasivo, que nunca realiza ningún acto que le merezca el apelativo de héroe.

En cuanto a Goupi Mains Rouges, baste decir que cuando se acuse injustamente a Monsieur de haber cometido el crimen, Mains Rouges inicialmente no moverá ni un dedo para apoyarle aún conociendo su inocencia al haber visto cómo Tonkin devolvía a escondidas el dinero robado. Prefiere dejar que pague las consecuencias un inocente simplemente porque le resulta antipático y siente preferencia por Tonkin. Si al final cambiará de opinión será por descubrir que Antoinette está realmente enamorada de Monsieur, un hecho que le evocará su frustrado romance de juventud que le llevó a separarse de la familia, pero no una voluntad de hacer justicia.

Es por ello que ésta es una película que seguramente no resulte satisfactoria a muchos espectadores, ya que al carecer de un claro protagonista y mantener ese tono coral, no hay un claro punto de apoyo. En ese sentido creo que se nota la clara influencia que tuvo Jean Renoir en Becker, para el cual éste trabajó muchos años como asistente y hacia el cual siempre reconoció su profunda admiración. Si bien el filme carece del humanismo de Renoir y no utiliza el humor de la misma forma, sí que comparte ese gusto por retratar un grupo de personas y sus complejas relaciones entre sí sin juzgarlos. No hay arrepentimientos ni aleccionadores mensajes finales. Solo una familia que ha creado un pequeño mundo propio y que vela por sus propios intereses.

En ese sentido cabe resaltar lo bien que capta aquí Becker ese carácter tan rastrero y codicioso propio de las personas humildes obsesionadas por el dinero. Esa cabezonería que impide al cabeza de familia creer que Monsieur desconoce realmente el paradero del tesoro, aun cuando jamás haya habido ningún indicio de que el joven lo hubiera podido averiguar. Esa avaricia tan extrema que les lleva a los hombres de la familia a protagonizar una de las escenas más ridículas del filme cuando se dedican a pasear por la casa al anciano Empereur, inválido e incapaz de hablar, con la esperanza de que les indique dónde está el tesoro antes de que muera.

Esta ambigüedad de los personajes de hecho se extiende al propio filme, que no acaba de asentarse en un género concreto. El tramo inicial a ratos parece un filme de suspense, algo acentuado por la puesta en escena más tenebrosa de las escenas nocturnas con que se inicia la cinta y algunos instantes casi fantasmagóricos (los muñecos vudú de Mains Rouges, la historia del fantasma de su mujer amada… todo ello elementos en realidad preparados para asustar a Monsieur, pero que inicialmente también inquietan al espectador hasta que descubre la trampa). A partir de aquí el filme se mueve entre el drama rural y algunos tonos de comedia, pero sin buscar expresamente el humor, sino como algo que se extrae de lo grotesco de las situaciones.

En ese sentido es muy significativa la escena en que aparece la policía para intentar averiguar quién mató a Tisane, momento en el cual toda la familia Goupi se alía para defender la inocencia de Monsieur, aun cuando ellos creen realmente que él fue el culpable. El gran lema familiar es que los Goupi resuelven sus asuntos entre ellos mismos, no quieren intrusos, otro rasgo muy prototípico de ciertos clanes familiares como éste.

Goupi Mains Rouges es un filme que podría funcionar perfectamente como un drama rural con elementos de misterio. Becker sabe combinar muy bien el tono opresivo de algunos espacios interiores, en que uno se siente asfixiado como la pobre Antoinette o el inocente Jean (un irreconocible y jovencísimo Albert Rémy) entre tantas personas conviviendo junta bajo una serie de normas implacables, con los exteriores rurales, que evocan ese campo idealizado a ojos de gente de ciudad como Monsieur, pero que en realidad ha derivado en esa saga familiar disfuncional y endogámica. Pero más allá de eso, es innegable que el filme tiene un segundo significado al entender los Goupi como una representación del pueblo francés, algo que se evidencia en los apodos de los miembros de la familia: el anciano Empereur (la antigua Francia napoleónica anclada en un pasado glorioso que ya no existe), Mains Rouges (una muestra de que es un trabajador obrero que se ha desgastado las manos de tanto usarlas con trabajo duro), aquellos apellidados Mes Sous y La Loi (el dinero y la ley), Monsieur como representación de esos parisinos elegantes y arrogantes o Tonkin, un producto de la Francia colonialista que ha acabado mentalmente inestable después de su experiencia en Indochina.

Siguiendo con la ambigüedad que caracteriza todo el filme, el desenlace deja muchas dudas sobre cuál es el punto de vista de Becker y de Pierre Véry, guionista y autor de la novela original. Por un lado tenemos un plano de toda la familia reunida alrededor de la mesa para comer juntos, que da a entender una posible conciliación. Por el otro lado, está el anciano Empereur gravemente enfermo en su lecho junto al sitio donde está oculto el tesoro, un recordatorio tanto de esa gloriosa Francia que queda atrás como que lo que ha obligado a la familia a mantenerse unida es el evitar la intromisión de la ley. Y que si en el fondo Mains Rouges es aceptado de nuevo en la mesa no es por su papel en el drama sino por ser ahora el que custodia el secreto del tesoro oculto. Becker no es un cínico y no se recrea en esta idea, de hecho deja el final como un desenlace feliz, pero ese plano del anciano y la constatación de cómo los miembros de la familia no muestran ningún arrepentimiento por lo sucedido son suficiente prueba de que el cineasta ha querido mantenerse hasta el final fiel en ese retrato de esa pérfida Francia rural carcomida y autodestructora.

4 comentarios

  1. Apetece después de leer tu texto enfrentarse a esta película de Jacques Becker. Y es que la verdad lo que he visto de este director siempre me ha interesado. Cuenta sus historias con detalle, exactitud y logra atrapar. Además me parece un mago de la ambientación… Hay siempre una mirada interesante. Así me ocurre con la maravillosa París, Bajos Fondos, Los amantes de Montparnasse o La evasión, las tres únicas que he visto (o que más bien recuerdo más o menos) de él. Y esa mirada especial creo que está también en Goupi Mains Rouges, que tan bien detallas.

    Beso

    Hildy

    1. Querida Hildy, coincido con usted en su apreciación sobre Monsieur Becker. Era un cineasta muy especial, muy bueno trabajando la ambientación de sus películas y casi siempre ofrecía algo especial a sus historias. Aun me quedan bastantes suyas por ver pero las voy dosificando sabiendo que no me dejarán indiferente.

      Un saludo.

  2. Hola Doctor,
    la vi anoche. No tenía ni idea de su existencia y coincido casi palabra por palabra con su parecer, aunque a mí me habría costado ponerle las 4 estrellas. Me pareció fantástica desde el punto de vista técnico, lo bien dirigida que está. La verdad es que Becker es un maestro de la puesta en escena y combina como muy pocos agilidad, economía y vistosidad. Sin embargo, por las cosas que usted comenta se me ha hecho un poco antipática y en su tramo central algo pesada, cuando dan tanto la matraca con el tesoro.
    Ya hemos comentado en alguna ocasión lo complicado que es hacer una buena peli con personajes poco atractivos, y me parece que este film es un caso límite en el que se puede decir algo así como que es la mejor peli que podría hacerse con un grupo tan confuso y poco carismático de personajes.
    En todo caso me alegro mucho de haberla visto y como siempre le alabo el gusto y lo bien que se explica.
    Un abrazo

    1. Hola Manuel,

      Es cierto que a la película le falta un actor carismático que vertebre el relato y sobre el que apoyarnos, pero creo que, sea algo premeditado o no, al final es algo que hace que Becker sea fiel a su premisa de no dejar títere con cabeza. El único personaje realmente positivo seguramente sea la joven prima de Monsieur, pero apenas tiene relevancia en la trama porque el resto no le dejan, ni tampoco le veo futuro a su enamoramiento… si Becker fuera un poco más cínico o cualquier cineasta actual con ínfulas autorales habría aprovechado para sacar toda esa miseria a la luz y regodearse de ello. Pero Becker juega en cierto modo a dos bandas, y aunque entiendo que eso haga difícil entrar del todo, también lo veo más meritorio.

      En lo que sí coincido es que la subtrama del tesoro oculto aparece un poco de repente dándole mucha importancia de golpe y no acaba de encajar tan armoniosamente como el resto de historias.

      Un saludo.

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