Ultraje [Outrage] (1950) de Ida Lupino

No creo que sea casualidad que fuera una de las primeras directoras destacables de Hollywood la que decidiera llevar adelante la que es a su vez una de las primeras películas del Hollywood clásico que tratara abiertamente el tema de la violación y sus consecuencias. No es que el tema no hubiera aparecido en otros films, pero lo que hizo Lupino es hacer de éste la trama principal del film y centrarse en las consecuencias psicológicas que tiene en su protagonista.

Ann Walton es una joven con un futuro prometedor: tiene un empleo como contable y su novio acaba de recibir un aumento de sueldo que les permitirá casarse y vivir juntos. Pero todo se torcerá cuando una noche Ann es acorralada por un hombre que la viola. A partir de entonces es incapaz de recomponer su vida: intenta seguir su rutina diaria pero no soporta que la gente la mire y compadezca, y además decide romper con su novio. Finalmente se escapa de casa y acaba parando en un rancho perdido donde conoce al reverendo Bruce Ferguson, que intentará ayudarla aunque desconozca cual es el problema de Ann.

Lo más interesante del film se encuentra sin duda en su primera mitad, donde Lupino se sirve del lenguaje y los recursos del cine negro de serie B en que estaba adscrita para tratar un tema casi tabú por entonces. En ese sentido destaca especialmente la tensa escena de la persecución, excelentemente filmada pese a los pocos medios y que culmina con la escena de la violación, muy inteligentemente elidida con un llamativo plano picado acompañado del aterrador sonido de una bocina de camión que casi representa el grito de auxilio que Ann ha sido incapaz de pronunciar.

Los siguientes minutos también son muy destacables narrando con detalle el trauma de Ann y su intento por recomponer su vida. Aquí es donde Lupino resulta más innovadora para la época: las miradas y comentarios de los vecinos (en un pueblo pequeño no existen los secretos), los ruidos del trabajo que se le hacen insoportables hasta hacerle estallar… En lugar de ofrecernos la clásica investigación policial, Lupino deja completamente de lado al violador para narrarnos el terrible estado mental de Ann.

Donde el film flojea un poco es en su tramo final en el rancho. Ahí Ann conoce al amable reverendo Ferguson, que hace lo posible por ser su punto de apoyo emocional. Quizá el problema es que en este segmento Lupino no puede servirse de esa puesta en escena de cine negro que antes le ayudó a mostrar la violación y sus consecuencias. Aquí más bien debe apoyarse en el aspecto psicológico del personaje y en los diálogos, y resulta claro que no es tan diestra en este terreno.

De todos modos, más allá del valor histórico de la cinta por lo valiente que resultó para la época, se trata de un buen film de serie B que confirma la valía de Ida Lupino como directora.

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