Nubes Dispersas [Midaregumo] (1967) de Mikio Naruse

midaregumo
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Resulta curioso pensar que, de los cuatro grandes nombres del cine japonés clásico, los tres que acabaron su carrera en los años 50 y 60 lo hicieran con una de sus mejores películas: tanto La Calle de la Vergüenza (1957) como El Sabor del Sake (1962) se encuentran entre las obras cumbre de Kenji Mizoguchi y Yasujiro Ozu respectivamente, y lo mismo podría decirse del film de Mikio Naruse que nos ocupa hoy. De estos cuatro cineastas (el cuarto es, por si hacía falta aclararlo, un tal Akira Kurosawa) Naruse es sin duda el más olvidado en occidente, pero si ha alcanzado el estatus de ser uno de los «grandes» no es de forma inmerecida, y su último film es uno de los más claros argumentos a su favor.

La protagonista es Yumiko, una mujer que tiene una vida idílica: su cariñoso marido, Hiroshi, es un importante miembro del Ministerio al que le van a ascender en un puesto en Washington, y además está a punto de ser madre por primera vez. Pero todo esto se derrumba cuando Hiroshi muere atropellado en un accidente mientras volvía de una cena de trabajo. El conductor del coche, Mishima, un joven con un prometedor puesto en una empresa, es declarado inocente ya que la investigación determina que la causa del accidente fue una rueda que se pinchó y no una imprudencia del conductor. Yumiko se hunde en la depresión y aborta. Mishima, aunque exento de responsabilidad, se siente culpable e intenta compensar a la viuda pagándole una cantidad cada mes y preocupándose por ella, pero ésta no quiere saber nada de él.

Nubes dispersas (8)

Si bien el argumento de Nubes Dispersas parece el propio de un dramón lacrimógeno, la clave del film, lo que lo convierte en una auténtica joya, es el tratamiento que le da Naruse: sin emplear un tono trágico pero al mismo tiempo con una enorme sensibilidad. Me recuerda un poco a Yasujiro Ozu, sólo que este último se centraba más en pequeños argumentos y su visión de la vida tiene algo más de optimismo. En cambio, Naruse nunca deja que la tristeza abandone por completo a sus protagonistas, la muerte de Hiroshi siempre planea sobre ellos, como un hecho que por mucho que pertenezca al pasado nunca van a poder dejar atrás por completo.

El joven Mishima se nos presenta como una persona responsable y muy educada que no tiene ninguna culpa sobre lo sucedido, de hecho él es en cierto modo otra víctima al ser el destino el que haya hecho que matara accidentalmente a Hiroshi. Pero aun entendiéndole a él como otra víctima inocente, dicha muerte siempre se interpondrá entre él y Yumiko cuando ambos comiencen a enamorarse. La forma como Naruse va dando forma a la relación entre esos personajes es absolutamente ejemplar, el paso del desprecio inicial de Yumiko y el terrible sentimiento de culpa de Mishima a un afecto mutuo realmente sincero, una preocupación real por el otro. ¿Hasta qué punto tiene Yumiko derecho a despreciar sus atenciones cuando éste no tuvo la culpa del accidente? ¿En qué momento la preocupación de Mishima hacia Yumiko deja de venir causada por su sentimiento culpabilidad y pasa a ser por aprecio a ella? ¿Yumiko cuida de él cuando enferma gravemente como una nueva obligación hacia su protector después de lo amable que ha sido con ella o porque realmente ya le quiere?

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Inicialmente, el gran tema del film gira en torno a un concepto fundamental en la cultura japonesa como es el giri, el sentimiento de obligación que adquiere uno hacia otra persona (en este caso Mishima hacia Yumiko). Pero gran parte de la magia de la película está en la forma cómo Naruse va poco a poco haciendo que esa relación pase de basarse en el giri al aprecio mutuo y, finalmente, en el sentimiento amoroso. Cuesta captar el momento exacto en que empiezan a aflorar esos sentimientos en los personajes y ése es uno de sus mayores logros, porque para Naruse – y esto es un rasgo ampliable a todo su cine – lo importante no es solo el destino hacia el que van abocados los protagonistas (a enamorarse mutuamente) sino el reflejar todo ese proceso, el captar cómo va evolucionando poco a poco su relación.

Aunque Mishima, de ideas más modernas, le propone a Yumiko escapar con él, el peso del pasado es demasiado fuerte y su relación está condenada a no prosperar (en cierto momento él dice que son casi como familiares, enfatizando la idea de ser una relación que no puede llevarse a cabo). De hecho ni siquiera consiguen volver a recrear el idílico paseo en barca que vivieron en el pasado Yumiko e Hiroshi, ya que Mishima enferma y una tormenta les estropea la excursión. Es una metáfora bastante obvia de cómo las circunstancias no les van a permitir unirse realmente, de cómo por mucho que se quieran están condenados a no poder repetir ese romance idílico que tuvo Yumiko en su primer matrimonio.

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Otro aspecto que me gusta mucho del film es el uso que hace Naruse de la fotografía en color y de las elipsis, saltando libremente de una escena a otra, interrumpiendo a menudo conversaciones teóricamente trascendentales que el cineasta prefiere saltarse. Aunque el estilo de la película es muy reposado, este sistema de montaje hace que aún así siga fluyendo con naturalidad.

Y si antes mencioné a Ozu, también podría citarse a Mizoguchi por la imagen que da Naruse de la mujer. A lo largo de su carrera, el papel de la mujer en la sociedad japonesa tuvo tanta importancia en el cine de Naruse como en el de Mizoguchi, y una prueba de ello es que incluso en sus últimas obras volvieran a insistir en el tema manteniendo esa visión pesimista. En Nubes Dispersas las mujeres siempre dependen de los hombres: la vida de Yumiko se hunde tras la muerte de su marido no solo en el aspecto emocional sino económico, la decisión de abortar quizá responda también a no saber cómo podrá sacar adelante a un hijo en un futuro tan incierto. Incluso su cuñada, que tiene un negocio propio, debe coquetear con algunos de los clientes y tener un amante para tirar adelante. Del mismo modo, Mishima intenta compensarla con una ayuda económica, que ella rechaza por no querer tener lazos de dependencia con nadie. La realidad es que la única forma que tendrá Yumiko de volver a alcanzar el nivel de vida anterior es volviendo a casarse (como muchos le sugieren que haga) y que está destinada a resignarse a la idea de perder a los dos hombres que ama.

Desafortunadamente, en la última joya de su carrera, este delicado retrato de una relación destinada a no poder funcionar nunca, Naruse continuó llegando a la misma conclusión que en muchas de sus películas precedentes: los personajes están condenados a no reunirse y la felicidad de la protagonista vuelve a estar supeditada al rol que le otorga la sociedad.

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4 comentarios

  1. Qué maravillosa película. Acabo de terminar de verla y sólo quiero volver a verla dentro de unos días. Qué pena que sea más bien desconocida. O mejor que desconocida, muy poco vista para su valía. Quería preguntar una cosa, por si el autor del blog u otra persona puede aportar la clave. En el DVD en que he visto la peli, no estaba la letra de la canción que, cerca del desenlace, canta Mishima a Yumiko. ¿Sabría alguien qué dice la canción? Gracias. ¡Y recomiendo la película encarecidamente!

    1. He estado indagando pero lamentablemente no he encontrado la traducción de la canción, a ver si con suerte algún lector experto en japonés se pasa por aquí y nos echa una mano.
      Coincido totalmente, una absoluta maravilla a reivindicar. Un saludo.

  2. Coincido totalmente con lo que acabo de leer. Detrás del cine de Naruse hay al menos tanto talento como tras esos tres grandes nombres propios que se nombran, mucho más conocidos en occidente. Si me he decidido a escribir estas palabras no es sólo para subrayar qué perfecto melodrama traza en su última película, a mí me ha sucedido lo mismo que leo arriba, en la copia que me ha llegado no hay subtítulos a las palabras de nuestro protagonista para la canción que entona de despedida. Mi lamento por lo tanto es el mismo. Sigo indagando en busca de la traducción de esa canción, estamos hablando de la última escena que filmó Naruse nada menos…

    Un cordial saludo, si descubro algo no tardaré nada en compartirlo…

    1. A día de hoy incluso me atrevería a decir que Naruse es mi favorito de los cuatro grandes… No necesariamente el mejor (¿o sí? ¿por qué no?) pero sí el que me apetece más revisionar.

      Sobre la canción del final, estuve buscando en subtítulos en inglés o francés por si existía traducida en esos idiomas, pero nada de momento…

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