Pocas historias del entramado del Hollywood clásico me parecen más apasionantes que la de ese productor llamado Val Lewton que consiguió colar durante años a la RKO unos cuantos proyectos fascinantes bajo la apariencia de películas de terror de serie B. Porque a día de hoy creo que no puede haber ninguna duda de que Yo Anduve con un Zombie (1943) no se trata de un filme de zombies como anuncia el título, sino uno de las películas más hermosas y mágicas de la historia del cine, o que El Regreso de la Mujer Pantera (1944) puede ser muchas cosas, pero desde luego no una película de terror.
Animados por el enorme éxito de La Mujer Pantera (1942), la RKO se había lanzado a explotar este filón de filmes de terror baratos y rentables con algunas secuelas que presuntamente debían ser meras continuaciones facilonas de dicho argumento, como El Hombre Leopardo (1943) o la película que nos ocupa hoy. De haber hecho ese encargo a cualquier otro productor, el resultado habrían sido unos cuantos filmes hoy día olvidados por todo el mundo salvo por los fanáticos de la serie B. Pero lo que hizo Val Lewton fue pasarse por el forro las indicaciones del estudio y llevar esos argumentos a su terreno.
El filme que nos ocupa retoma a los protagonistas de La Mujer Pantera, Oliver y Alice, que llevan años casados y viven en un idílico barrio residencial con su hija de seis años, Amy. El problema está en que Amy parece tener problemas para hacer amigos por su carácter introvertido y su tendencia a vivir en su propio mundo de fantasía, algo que molesta especialmente a su padre. Una tarde, Amy se acerca a una extraña casa desde la que una misteriosa anciana le lanza un anillo como regalo. La niña cree que ese anillo es capaz de cumplir sus deseos y con él invoca a una amiga, que se le aparece con el aspecto de Irena, la anterior mujer de Oliver que murió años atrás en los sucesos explicados en la célebre película de Jacques Tourneur.
Muy probablemente El Regreso de la Mujer Pantera sea una de las secuelas más engañosas de la historia del cine. Un filme que virtualmente no tiene nada que ver con la primera parte más allá de retomar a los protagonistas, lo cual de hecho no deja de ser una excusa, puesto que la historia podría funcionar perfectamente con otros y los vínculos con la película anterior son totalmente superficiales. De entre todas las películas que Val Lewton produjo en la RKO creo que en ninguna se nota de forma tan descarada la diferencia entre lo que le encargó el estudio y lo que él entregó; se le pidió otro filme de terror siguiendo la estela de la obra maestra de Tourneur, y lo que Lewton produjo es en realidad uno de los mejores dramas que se han hecho sobre la soledad en la infancia.
En realidad Lewton estaba explicando su historia, porque según parece el personaje de Amy está inspirado en cómo era él de pequeño (la anécdota en que la niña utiliza el hueco de un árbol como buzón es una historia real de la infancia de Lewton). Por tanto, lo que debía ser una película de terror acaba siendo un filme de una conmovedora sensibilidad dirigido con mucho tacto y belleza por Robert Wise en su debut como director sustituyendo a Gunther von Fritsch cuando se hizo obvio que éste iba a pasarse de calendario y presupuesto (si algo quería la RKO de su equipo de serie B era que cumplieran los plazos establecidos, la calidad era algo secundario).
La cinta tiene un tono ensoñador y extraño que encaja muy bien con el mundo en que está sumergida la protagonista, como queda de manifiesto en sus encuentros con esa extraña anciana que le narra de forma teatral la terrorífica leyenda de Sleepy Hollow y que le hace el vacío a su propia hija tildándola de impostora. Sabiendo que en teoría es una secuela de La Mujer Pantera y teniendo en cuenta que aun hoy día en algunos sitios se encuadra equivocadamente El Regreso de la Mujer Pantera dentro del género de suspense y similares, uno esperaría que la misteriosa historia de esta anciana o el hecho de que la amiga imaginaria de Amy sea Irena acabarán conduciendo la trama hacia un tono de intriga. Pero nada más lejos de la realidad, la puesta en escena de Wise prioriza el tono fantástico sobre lo terrorífico y consigue retratar muy bien el universo infantil de su protagonista.
De hecho al final el conflicto en realidad está más entre Amy y su padre Oliver, quien está especialmente molesto porque su hija no juegue con otros niños y viva en ese mundo de fantasía. Lo curioso es que en el fondo su hija parece en cierto modo un reflejo de su padre, con hobbies solitarios como la construcción de barcos en miniatura y una cierta tendencia a lo fantasioso que se refleja en su continuo temor a que el espíritu de Irena siga acechándolos, algo que su mujer (mucho más práctica y racional) descarta por absurdo. En ese sentido, al guion parece importarle poco lo que sucede en la esfera de los adultos más allá de Amy, como queda de manifiesto en su relación con la misteriosa anciana, en que al final nunca llegamos a saber por qué la madre considera a su hija una impostora. Nada de eso importa más allá de la relación que mantiene Amy con la anciana y con su hija, que la odia por haber ocupado su rol.
Desconozco qué cara se le debió quedar al público de la época cuando acudió a ver la película bajo la promesa que sugerían tanto el título como el cartel de una secuela de La Mujer Pantera (de hecho el póster es maravillosamente engañoso con la figura de esa misteriosa pantera que en realidad jamás aparece ni tangencialmente en toda la cinta). Y de la misma forma me fascina que aún hoy día haya sitios en que se clasifique este filme como una obra de suspense o intriga, lo cual demuestra lo persistente que es la gente en aferrarse a las primeras impresiones que tiene de un producto. Vista hoy día como una obra sin nada que ver con el filme precedente en cuanto a género o estilo y teniendo que disculparle su engañoso título, El Regreso de la Mujer Pantera es una de las joyas ocultas del Hollywood clásico por descubrir.
Acabo de verla ahora mismo y bueno, qué maravilla. Me sonaba de haber leído tu entrada lo que comentas sobre el tocomocho que le hizo Lewton a la RKO, así que me la he puesto y, vaya, me ha gustado hasta la emoción.
Como no tengo más referencias que tu texto no sé hasta qué punto esto es lo que parece: una historia ya lista a la que le han metido la «morcilla» del pasado del padre para convertirla en secuela de La mujer pantera o si realmente está concebida como tal, pero a su manera.
Realmente, aunque lo primero parece más factible la verdad es que la historia de Irena y el padre está bien imbricada en el resultado final, incluyendo detalles como los que muy bien comentas del parecido entre el padre y la niña. Por otra parte, hay detalles curiosos, como que Irena canta el villancico en francés desde el jardín y, si no recuerdo mal, era serbia o croata o algo así, ¿no?
Bueno, no sé, que gracias una vez más. Volver a leer tu entrada me recuerda que hace décadas que no veo Yo anduve con un zombie, así que pronto caerá de nuevo.
Un abrazo
¡Yo mismo me respondo!
Justo después de escribir el comentario recordé que en el último o penúltimo Dirigido por hay un dossier sobre Val Newton que no había tenido tiempo de leer. Lo he mirado y pone que se concibió efectivamente como secuela y que el «conflicto» sobre el que llamas la atención entre padre e hija se basa en lo que el propio Val vivía entonces con la suya, llamada Nina.
Bueno, sea como fuere les quedó una cosa hermosísima.
Otro abrazo
Hola Manuel,
Precisamente la revisioné hace unas semanas y me gustó tanto en el revisionado, me pareció tan hermosamente sensible, que tenía tantos detalles sutiles sin explorar a fondo, tan honesta en sus intenciones… que en los sitios de internet en que llevo el registro de películas que voy viendo le subí la nota a un 10 (aquí no lo hice porque no me gusta cambiar las notas en el gabinete, ya que entiendo que cada post es un reflejo de qué pensaba de esa película en su momento, aunque es posible que en breve haga mi primera excepción). Qué te voy a decir, me emocionó aún más que la primera vez y directamente me parece de las películas que mejor ha sabido retratar la infancia, se nota que está tocando temas muy cercanos a Val Lewton.
Lo de que Irena cante en francés es una incongruencia que demuestra que básicamente a Lewton le daba absolutamente igual ser coherente con «la primera parte» y que entendía ésta como una película aparte. Imagino que sencillamente le pidieron a Simone Simon que cantara un villancico que conociera para que se sintiera más cómoda cantándolo en su lengua materna, pero además creo que contribuye a darle ese aire irreal, como si fuera un ser diferente a los demás.
Por lo demás, muy agradecido de que confirmes el dato de que el filme se concibió como una secuela, demostrando la capacidad de Lewton para colarles su historia al estudio pero también el margen de libertad que daba la RKO en aquellos años. Había pensado hacer un miniciclo Lewton revisionando Yo anduve con un zombie y la extraña La séptima víctima, pero curiosamente se me ha cruzado por el camino otra serie de pequeñas rarezas que me tienen muy enganchado y que justamente también son de la RKO de esa época. Ya le dedicaré un post a alguna de éstas.
Un abrazo.