Después del enorme éxito de Ninotchka (1939) todo parecía apuntar que Greta Garbo, una de las grandes divas del cine, iba a poder compensar el decreciente éxito de su carrera a mediados de los años 30 dando un giro a la comedia. Los tiempos habían cambiado, y si bien a finales de la era muda y principios de los 30 el éxito en taquilla de la Garbo era absolutamente abismal el tipo de personajes a los que se la solía asociar gozaban cada vez menos del favor del público. A ello se le debe unir la tendencia de la actriz a asociarse a proyectos que ella consideraba de calidad pero que no eran especialmente populares en Estados Unidos. En Europa en cambio sus películas seguían triunfando, hasta el punto de que la Metro la acabó viendo a lo largo de los años 30 como una inversión para el mercado extranjero, pero con la llegada de la II Guerra Mundial y la inestabilidad que eso implicaba en la distribución de filmes en el viejo continente el nombre de Garbo empezaba a perder lustre para el estudio.
Así pues el sensacional éxito movió a la Garbo a dar un giro total a la comedia con el apoyo del estudio que dio como fruto La Mujer de las Dos Caras (1941). La idea sobre el papel era infalible: el director era un experto director de comedia como George Cukor que además ya había trabajado exitosamente con la diva en La Dama de las Camelias (1936); su compañero de reparto volvía a ser Melvyn Douglas, con quien había hecho Ninotchka (si bien ni Garbo ni Cukor estaban convencidos de que aquí encajaría) y el guion pasó por manos de Salka Viertel, guionista de confianza de la Garbo. Pero no siempre repetir la misma fórmula funciona.
¿Qué sucedió? De entrada Garbo no contó en esta película con el que era su director de fotografía predilecto, William H. Daniels, y esto que puede parecer un dato menor en el caso de la Garbo está muy lejos de serlo: durante su carrera cambió a menudo de director sin sentir una especial predilección por ninguno (a Clarence Brown, que fue quien más films dirigió con ella y al que se consideraba su realizador por excelencia, ella no lo consideraba un cineasta especialmente interesante y si le gustaba trabajar con él es por la libertad que le daba), pero siempre hizo lo posible por mantener a su director de fotografía. El hombre que hubiera tras la cámara podía ser mejor o peor, pero Garbo sabía que la clave de su imagen estaba en la combinación de su estilo interpretativo junto a la forma como Daniels conseguía fotografiarla. Sin él a bordo Garbo ya tenía algo en su contra y, por mucho que Joseph Ruttenberg sea otro magnífico director de fotografía, no conseguiría plasmar esa magia especial que tenía Garbo igual que su predecesor. A esto cabría sumarle también la ausencia de su diseñador de vestuario por excelencia, Gilbert Adrian, por discrepancias sobre los vestidos que debía llevar en este filme. Esto influiría decisivamente en la inseguridad que sentiría la Garbo al verse en la pantalla, no solo interpretando un personaje tan diferente a los que solía hacer sino con un aspecto despojado de ese aura tan especial que le otorgaban ambos colaboradores.
Pero el principal problema de la película estaría ni más ni menos que en el guion, que partía de una premisa divertida que luego iba desinflándose hasta quedarse en casi nada. Larry Blake, el editor de una importante revista, se enamora durante unas vacaciones de una instructora de esquí, Karin Borg, y se casan impulsivamente. Pero una vez pasado el romance de los primeros días descubren que tienen modos de vida contrapuestos: él debe volver a Nueva York a encargarse de su trabajo, mientras que ella desea una tranquila existencia en la montaña. Tras una inevitable separación en principio temporal, Karin se harta de las largas que le da Blake para volver con ella y decide hacerle una visita sorpresa. Pero cuando descubre que éste se ve más de lo normal con su antigua novia decide hacerse pasar por su hermana gemela, una femme fatale llamada Katherine que intenta seducirle.
La idea inicialmente resulta prometedora creando una situación prototípica de screwball comedy, con Karin interpretando esa divertida farsa, la tensión sexual derivada de ello (si consigue reconquistar a Larry lo estará alejando de su exnovia… ¡pero eso querrá decir inevitablemente que también la estará engañando consigo misma!) y el aliciente de ver a la Garbo en ese doble papel. En ese sentido la primera mitad de la película funciona muy bien: Cukor le imprime un ritmo ligero, los actores son muy efectivos y el guion sin ser brillante tiene algunos gags bastante resultones. El momento culminante llega en una escena en un club nocturno en que la Garbo se desmelena y acaba accidentalmente siendo el centro de atención con un baile exótico improvisado por ella al que bautiza «La Chica Choca».
Antes de entrar en los problemas de guion el primer gran aspecto a analizar es: ¿funciona realmente Greta Garbo en este contexto de screwball comedy? En Ninotchka hizo una gran actuación pero era un papel totalmente distinto, cuyo humor se derivaba de su frialdad, mientras que aquí debe realmente soltarse dándole a su personaje un tono mucho más desenvuelto y alocado de lo que ella estaría acostumbrada. En mi opinión sí que hace una buena actuación, pero así como en sus anteriores dramas demostró ser sin duda una de las mejores actrices del género, como actriz de screwball comedy no hace un trabajo especialmente destacable. Tenía dotes de comedia (y de hecho en un drama histórico como La Reina Cristina de Suecia (1933) ya había elementos humorísticos que ella resolvía perfectamente, así como otra situación de confusión de identidades) pero no se la ve tanto en su terreno.
Por tanto la sospecha de que el sonado fracaso de La Mujer de las Dos Caras está en que Garbo no supiera desenvolverse en la comedia es falso. Sí que puede ser cierto que el público de la época no lograra aceptarla en este tipo de papeles, pero no obstante vista hoy día el gran problema está en el guion. Desde el momento en que Karin/Katherine se va con Larry a su apartamento la película pega un notable bajón y se vuelve reiterativa. El resto de personajes secundarios que tanto juego podían dar, desaparecen inexplicablemente de la trama (algunos de ellos como Constance Bennett y Ruth Gordon por cierto se añadieron en el film por petición expresa del siempre generoso Cukor para hacerles un favor), y todas las situaciones enrevesadas que se podrían derivar de Karin interpretando a dos gemelas se desaprovechan simplemente para desembocar en el tira y afloja entre él y su marido.
Parte de ese bajón viene derivado del hecho de que Larry descubre demasiado pronto que Katherine en realidad es Karin engañándole, lo cual repercute negativamente en la trama, ya que nuestras simpatías iban claramente con ella y además tampoco se aprovecha dicho dato para enredar más las circunstancias. Esto tiene por desgracia una explicación que va más allá de lo endeble del guion: cuando el filme se estrenó fue extrañamente vapuleado por la Legión de Decencia, que veía inmoral la visión que se daba del sagrado sacramento del matrimonio. Como por desgracia estos tipos tenían mucho poder en la época, el estudio se vio obligado a hacer algunos cambios en el montaje. Uno de ellos fue añadir un breve plano en la escena del club nocturno, en que Larry hace una llamada a la estación de esquí donde teóricamente está trabajando Karin y descubre que ésta se ha ido y que, por tanto, no existe tal hermana gemela. La finalidad de este plano era apaciguar a esos defensores de la moral haciendo ver que si Larry se deja seducir por Katherine no es porque le tiente cometer adulterio (¡jamás!) sino por seguirle el juego a su esposa.
Este detalle es lo que acaba de echar abajo la película y explica por qué a partir de esa llamada no se desarrollan más escenas en que Larry juguetee con Katherine/Karin para ponerla en evidencia, porque cuando se filmaron era con la idea de que Larry aún no hubiera descubierto su identidad. De hecho la interpretación de Melvyn Douglas a partir de esta llamada acaba siendo incoherente: se nota que se siente atraído por Katherine y que se está dejando seducir por ella cuando en realidad se supone que ya sabe que es Karin. Lógicamente no funciona, y el efecto es, en el mejor de los casos, curioso: comprobamos cómo la interpretación del actor y sus diálogos no encajan con lo que se supone que está haciendo, y nos preguntamos en qué punto del guion original Larry descubría la verdad (necesariamente antes de viajar de vuelta a las montañas, ya que ahí sí que vemos cómo provoca juguetonamente a Katherine pidiéndole que le acompañe). Por último el tramo final resuelve este conflicto de forma torpe con una escena de humor físico en que Larry cae montaña abajo que demuestra una absoluta pereza por parte de los guionistas para cerrar el conflicto de una forma coherente. En caso de duda, unos trompazos siempre funcionan como cierre de una comedia.
El resultado final no es malo (su primera mitad de hecho es bastante notable) pero sí flojo e irregular. Los críticos mayormente se cebaron especialmente con la hasta hace poco intocable Garbo (uno describió que su actuación resultaba tan violenta como ver a tu madre borracha) pese a que su papel está lejos de ser malo, de hecho el círculo de críticos de Nueva York la nominó a un premio, demostrando que no todos coincidían en dicho veredicto. Esto sumado al hecho de verse en la pantalla dando una imagen tan diferente a lo habitual aumentó su inseguridad de forma decisiva. Se sentía vieja a los 36 años, el tipo de películas que hizo en la década pasada ya no se llevaban y se le negó el paso definitivo a la comedia. En consecuencia, compró su contrato a la Metro para verse libre de obligaciones contractuales y se tomó unos años de descanso. Aunque el mito dice que decidió retirarse a raíz del fracaso de esta película, en realidad la película no funcionó tan mal en taquilla (si bien su recaudación fue bastante discreta) y realmente tenía pensado seguir trabajando en el cine, hasta el punto de que se involucró años después en varios proyectos que luego acabó desestimando. Así pues, aunque realmente Garbo no era tan insegura como para dejar su carrera por culpa de un fracaso de crítica, a efectos prácticos este screwball comedy tan desigual y desarrollado en circunstancias bastante desafortunadas acabó siendo el cierre de su breve carrera en el cine.
Es una de esas película que llevo años persiguiendo y que aún no he visto. Ahora tu texto vuelve a abrirme el apetito.
Me apetece por muchos motivos que señalas en tu texto, y me interesan muchas de las reflexiones que viertes.
A veces las películas irregulares son las que permiten unos análisis de lo más jugosos, y en ellas escondes secuencias que hablan de lo que podrían haber sido o de lo que realmente son.
Siempre la he perseguido como la última película de la Garbo, y qué curioso que la gran dama del drama se despidiese con una comedia.
Beso
Hildy
Hola de nuevo Hildy,
Coincido totalmente, yo hace tiempo que he acabado aficionándome a películas que sabía de entrada que serían irregulares, porque en ocasiones en esos fallos uno encuentra detalles muy interesantes: nos permiten ver a grandes artistas sintiéndose inseguros y probando cosas que no les salieron bien.
En este caso la película es agradecida de ver, aunque no funcione en conjunto es bastante divertida (para mi gusto solo se atasca hacia el final) y resulta muy muy curioso ver a la Garbo en un registro que nunca más volvió a repetir. Si puedes echarle un vistazo seguro que te merecerá la pena.
Un abrazo.