Fernando Fernán Gómez

El Mundo Sigue (1963) de Fernando Fernán Gómez

Una de las películas más injustamente olvidadas del cine español, una obra excepcional que por desgracia estuvo condenada a ser maldita por su duro argumento y por estar demasiado avanzada en el tiempo respecto al tipo de cine que se hacía en España. El film narra las vivencias de una humilde familia madrileña formada por Eloísa, una dulce madre que soporta el peso de todos los problemas de la casa, su autoritario y duro marido y sus tres hijos: Rodolfo, que iba a ser cura pero abandonó el seminario; Eloísa, que está casada con Faustino, un camarero que descuida por completo a su mujer e hijos, y Luisa, que se dejará llevar a la mala vida. Todos los acontecimientos que suceden a esta familia se verán marcados sobre todo por el odio que se profesan las hermanas Luisa y Eloísa, cuyas vidas tomarán dos caminos totalmente distintos: una abocada a la miseria, otra hacia una vida de riqueza gracias a haberse convertido en una prostituta de lujo.

Basada en la novela naturalista de Juan Antonio de Zunzunegui, el simple hecho de que Fernando Fernán Gómez consiguiera hacer esta película en pleno franquismo ya es de por sí todo un logro, puesto que no se corta ni un pelo a la hora de trasladar el duro realismo de la novela a la pantalla, manteniendo las referencias al aborto o la prostitución además de escenas realmente devastadoras como la paliza que le propina Faustino a su mujer. Esto obviamente dio muchos problemas a un film que finalmente fue exhibido marginalmente permaneciendo en el olvido incluso hasta hoy en día, en que pese a la revalorización por parte de varios críticos sigue siendo una obra desconocida.

La película destaca por ser increíblemente moderna dentro del panorama español tanto por contenido como por estilo. En lo que a contenido se refiere, Fernando Fernán Gómez no dudó en mantener el crudo realismo de la novela original haciendo un descarnado retrato de la pobreza y la desesperación. Pese a las advertencias que recibió para que tratara con cuidado estos aspectos, éste no sólo no los evitó sino que los mostró conscientemente para mantener el tono de la novela.

En lo que se refiere al estilo, El Mundo Sigue es una película que deja boquiabierto por el trabajo tan maduro, tan meditado y tan cuidado de dirección, demostrando que Fernando Fernán Gómez no es solo uno de los mejores actores de la historia del cine español sino además un muy buen realizador. El estilo que exhibe aquí remite mucho más a lo que se hacía en el resto de Europa que a la cinematografía española de la época. En primer lugar destaca su voluntad realista con numerosos planos y pequeñas escenas que tienen un estilo casi documental, como esa magnífica escena inicial en que primeramente se recrea en planos del barrio madrileño de Maravillas, y a continuación hace un montaje paralelo en que combina imágenes de Eloísa subiendo pesadamente las escaleras de su casa con planos del barrio que parecen extraídos de un documental. Además a Fernando Fernán Gómez le gusta a menudo recrearse en las formas del paisaje urbano o los contrastes entre las figuras humanas y el fondo, recordándome un poco al estilo de contemporáneos como Antonioni.
Este estilo tan realista está acentuado por la decisión de no utilizar casi nunca música, dando más la sensación de documental.

En contraste con esta puesta en escena tan realista, el director sorprende al espectador con algunos breves momentos que rompen con ese estilo y que se antojan más bien simbólicos. Se tratan de unos flashbacks que se aparecen brevemente a algunos de los personajes a medida que avanza la trama: el plano de Luisa volviendo a su casa después de haber sido desterrada combinado con otros de ella de pequeña subiendo a casa ilusionada a por la merienda; la imagen que se le viene al vecino de Eloísa cuando la ve bajar las escaleras y la recuerda de joven en contraste con su apariencia madura, cansada y destrozada; o los recuerdos de cuando años atrás ganó el concurso de Miss Maravillas, siendo aún joven y hermosa con un futuro prometedor. Todos estos flashbacks inciden en la idea de lo que fueron esos personajes y en lo que se han convertido ahora, en lo que pudo haber sido pero no sucedió.

La principal línea argumental que sigue el film es el enfrentamiento entre esas dos hermanas que se odian y compiten entre sí. Eloísa menosprecia a Luisa por el estilo de vida que ha acabado adoptando, y Luisa a su vez menosprecia a su hermana por estar empobrecida y casada con un necio. Una se basa en el honor, la otra en el simple pragmatismo. Y por muy duro que sea, al final a ojos de la familia acaba ganando el pragmatismo. Pese a las convenciones de la época, cuya moral obliga al padre de Luisa a echarla de casa y negarle la palabra por manchar su nombre, la hipocresía está bien presente desde el momento en que el exigente padre de familia decide perdonar a su hija extraviada seducido por los caros regalos que les ofrece y que le hacen ver el nivel de vida del que disfruta. En ese momento éste llega a reconocer que «al dinero no hay que mirarle el origen» y esa oveja negra pasa a ser la favorita de los dos progenitores, quienes de repente dicen que Luisa siempre ha sido la hija más lista y cariñosa.

Sin embargo, Luisa se mueve por sus ansias de venganza, de restregar a su hermana el mundo de lujo en que vive, el demostrarle cómo está siendo lo que Eloísa pudo haber sido y nunca llegó a hacer. A lo largo del film se suceden una serie de hechos que nos muestran cómo Eloísa aún a estas alturas podría ganar dinero gracias a su belleza: en la antigua agencia de modelos en que trabajó su jefa le dice que podría contar aún con ella y se menciona a cierto «señor de Granada» que sigue estando loco por ella. Incluso en una escena un desconocido la persigue por la calle y la acosa brutalmente seducido por su cuerpo. Por medio de algunos monólogos interiores, recurso que se usa en diferentes momentos de la película, conoceremos el gran dilema del personaje. Todos los hechos la están conduciendo inevitablemente a dejarse llevar por ese camino: están desesperadamente empobrecidos, su marido no la aprecia e incluso la maltrata y sabe que aún puede permitirse ganar dinero con su cuerpo. Pero pese a que todo la conduce a ello, su rígida moralidad se lo impide ya que si hiciera eso no podría recriminar a su hermana su estilo de vida.

Ese odio visceral será el elemento que destruirá a los dos personajes: Eloísa, anclada en una moralidad que le permite echar en cara a su hermana su forma de conseguir dinero, se ve condenada a la pobreza extrema; Luisa, viviendo un estilo de vida lujoso pero vacío cuya meta es hacerse cada vez más rica para restregárselo a su hermana en la cara. Estas dos formas de vida acabarán chocando brutalmente entre sí en la estremecedora escena final, que si bien puede antojarse algo excesiva, ciertamente acaba siendo un desenlace inevitable teniendo en cuenta el camino que seguían los dos personajes.

Cabe destacar las interpretaciones de Gemma Cuervo y Lina Canalejas como las dos hermanas, bordando toda la complejidad de sus personajes y haciéndolos creíbles dentro del contexto en que se mueven. Para mi gusto destaca especialmente Canalejas encarnando a Eloísa, desde sus arrebatos de furia y orgullo hasta el punto de miseria en que acaba fregando suelos y rogando a su marido que vuelva con ella después de sus maltratos.
En papeles secundarios nos encontramos con caras más conocidas como Agustín González encarnando a Don Andrés, un vecino amigo de la familia, y al propio Fernando Fernán Goméz como Faustino, el marido de Eloísa. Aunque Don Andrés es un personaje sin mucha carga dramática, sirve para esbozar algunas ideas muy interesantes como el pequeño episodio en que discute con el jefe del diario para el que escribe por haber criticado duramente una obra de teatro escrita por el hijo de un pez gordo y, sobre todo, su enamoramiento hacia Eloísa. En un par de flashbacks se nos muestra cómo siempre ha sido un admirador de la hija mayor de la familia, pero no solo su amor no es correspondido sino que se ve obligado a ver cómo ella sufre mientras él solo puede decirle la frase que le repiten todos: que todo el mundo siempre tuvo claro desde el principio que Faustino no le convenía.

En lo que respecta al personaje de Faustino, en el tramo final de la película cobra repentinamente protagonismo en un episodio con tintes de suspense en que decide robar el dinero del bar en que trabaja después de la frustración de ver como su quiniela ganadora le ha reportado tan poco dinero. Toda la parte del robo está muy bien resuelta manteniendo hábilmente el suspense, mientras que las escenas posteriores al mismo resultan hasta cómicas por la forma tan poco disimulada que tiene de gastar el dinero. En ese sentido Fernando Fernán Gómez hace totalmente suyo el personaje que se reservó y aunque esta secuencia sea un paréntesis de la acción principal acaba funcionando muy bien como otro episodio sobre las miserias que rodean a los protagonistas.

El Mundo Sigue no debe verse solo como uno de los mayores logros de la carrera de Fernando Fernán Gómez sino directamente como uno de los mayores logros de la historia del cine español. Una película cruda, realista que documenta perfectamente la España de esa época y cuya realización tan madura y moderna nos revela a Fernán Gómez como uno de los directores más interesantes de su generación.
Una auténtica joya a reivindicar, esencial.