Inquietante film de culto que nos narra la historia del prestigioso cirujano Genessier, cuya hija Christiane sufrió un accidente automovilístico que le ha destrozado el rostro por completo. Dispuesto a hacer lo que sea con tal de que vuelva a recuperar su cara, Genessier y su fiel ayudante Louise secuestran a jóvenes de aspecto similar a Christiane para intentar transplantarles su rostro a su hija.
Lejos de ser una película de terror al uso, Los Ojos sin Rostro es una obra extraña con elementos de terror y suspense pero que no se decanta por estos géneros del todo. Georges Franju tenía en este argumento la oportunidad de hacer un film terrorífico, pero no parece interesarle esa aproximación y prefiere no caer en los clichés del género para optar por una puesta en escena más bien sobria. No hay sustos y prácticamente tampoco escenas de suspense, más bien nos cuenta la historia con la misma frialdad que el Doctor Genessier le arranca la piel del rostro a sus «pacientes». Eso se nota claramente cuando vemos cómo Louise engaña a una nueva víctima. No hay suspense ni tampoco se nos muestra apenas el punto de vista o los sentimientos de la inocente joven, sólo se nos enseña su secuestro y la posterior operación como si fuera algo rutinario, que es ni más ni menos como el Doctor encara este proceso.
También se evita caer en el cliché de simplificar a los personajes para convertirlos en aterradores dementes. Louise ayuda ciegamente al Doctor como gratitud por haberle salvado su rostro años atrás y podemos notar en todo momento esa absoluta fidelidad y el cariño que tiene a Christiane. En cuanto al Doctor Genessier, es sin duda el personaje más interesante del film: es frío y no muestra ningún tipo de sentimientos, pero al mismo tiempo sus atrocidades son fruto del amor que siente hacia su hija; sus actos son propios de un demente pero sin embargo por su forma de cometerlos y su comportamiento parece perfectamente lúcido y muy inteligente (tal y como se menciona en el film, opera en las jóvenes como si fueran los perros que tiene capturados en casa y usa para experimentar). Todo ello funciona también gracias a las geniales interpretaciones de Pierre Brasseur y una Alida Valli cuya presencia siempre es de agradecer.
Christiane resulta ser el personaje más enigmático de todos, totalmente hundida por haber perdido el rostro y con ganas de suicidarse, pero al mismo tiempo permitiendo a su padre cometer esas atrocidades hasta el final. Ella protagoniza los dos momentos más líricos y bellos del film: cuando se pasea melancólicamente por su casa con la máscara hasta llegar a la mesa de operaciones y acariciar el rostro de la víctima que sabe que pronto será suyo, y en la escena final que comentaremos más adelante.
Es de destacar también la ausencia de escenas sangrientas explícitas, Franju sabe que al no mostrarnos en ningún momento el rostro de ella se aumenta más la sensación de inquietud y misterio. La máscara además de dotarla de misterio, contribuye a darle cierto aire irreal al film que se acentúa en el desenlace. El único momento en que se ve el rostro de ella sin máscara es cuando una de las víctimas despierta y la descubre observándola. En ese instante, Franju decide emplear un plano subjetivo de la víctima de forma que, como ésta se encuentra todavía bajo los efectos de la anestesia, la imagen que ve está deformada y borrosa y por tanto no llegamos a ver el rostro de Christiane del todo.
Otro momento en que se evitan los planos explícitos es la operación de una víctima, que nos es mostrada con todo realismo, huyendo de música de terror o una puesta en escena asfixiante. Quizás es por ese realismo que la escena se hace tan angustiosa, porque nos parece más real lo que estamos viendo y nos choca la frialdad con que se arranca la piel de la inocente joven. No hace falta mostrar sangre ni planos desagradables porque el simple acto en sí es suficiente.
Por último, la escena final también resulta inolvidable y uno de los momentos cumbre de la película. Christiane parece hartarse de tantas operaciones infructuosas y libera no sólo a la que iba a ser la nueva víctima sino también a todos los animales que su padre tenía encerrados para hacer experimentos con ellos. A continuación sale por fin de la mansión como si ya no sintiera vergüenza por su máscara. Los últimos planos de la película nos la muestran caminando por el bosque rodeada de los pájaros que ha liberado, una imagen extrañamente poética y evocadora que remite al gusto de Franju por el surrealismo y lo fantástico.