El Muelle de las Brumas [Le Quai des Brumes] (1938) de Marcel Carné

Aunque el cine negro es esencialmente americano, en Francia se han hecho un buen número de maravillosas películas negras, algunas de las cuales se produjeron antes de que el género se pusiera de moda en Estados Unidos en los años 40. La explicación se encuentra en el enorme éxito que tenían las novelas negras en Francia, que aunque estaban consideradas baja literatura tenían tanto éxito que hubo escritores franceses que se apuntaron a la moda. Seguidamente, comenzaron las adaptaciones cinematográficas, entre las cuales destaca esta pequeña joya, considerada como una de las obras cumbre de su director y del cine francés en general.

La acción se sitúa en el puerto de La Havre, donde se encuentran una serie de personajes enfrentados a su pesimista destino. El protagonista es Jean, un soldado desertor que quiere escapar del país y que se encuentra con la preciosa Nelly, una joven de diecisiete años que huye tanto de su tutor Zabel como de unos delincuentes aprendices de gángster, que la acosan para que les diga donde se encuentra su novio, extrañamente desaparecido.

El Puerto de las Brumas presenta una soberbia combinación entre cine negro y el realismo poético francés tan en boga en la época. Tanto la trama como la recreación de los escenarios nos remiten al cine negro, así como el personaje de Jean (interpretado por un siempre infalible Jean Gabin), quien encarna al prototipo de antihéroe que tanto éxito tendría cuando el género emergió en Hollywood: un hombre antipático, atormentado y que huye de su pasado; alguien que lucha contra su fatídico destino, pero que lo hace sin esperanza, casi por inercia.
En cuanto a la ambientación es de destacar la excelente labor tanto de dirección como de fotografía a la hora de recrear el puerto y, sobre todo, esa niebla a la que se hace referencia constantemente y cuyo simbolismo resulta obvio cuando el dueño del local Panamá prohíbe hablar a sus asistentes del mal tiempo y todo lo que ello conlleva (tristeza, penas personales…).

Los toques de estilo más vinculados al realismo poético se encuentran en el escenario elegido y en el guión. Ese pequeño puerto típicamente francés a la luz del día nos es mostrado con cierta belleza y encanto que contrasta con su más inquietante apariencia nocturna, por no hablar de la feria, un elemento muy utilizado en películas francesas de la época que permitía a sus autores recrearse en la puesta en escena.
El guión de Jacques Prévert por otro lado abunda en diálogos poéticos y a veces hasta existenciales pero sin descaracterizar a sus personajes, simplemente reflejando sus tormentos personales. Es de destacar por ejemplo el personaje del pintor, que se queja de que todo lo que pinta acaba adquiriendo un tono oscuro y fúnebre: si se imagina un nadador acaba dibujando un ahogado. Los personajes no pueden huir de esa amargura existencial, son seres sin esperanza.

Pese a que la trama al inicio del film parece policíaca (se nos habla de un personaje desaparecido, otro huye de la ley, hay un tiroteo…) enseguida entendemos que la película no tirará por esos derroteros y Marcel Carné se centrará en la evolución del personaje de Jean. De hecho hasta la mitad del metraje no acabamos de entender del todo qué es lo que está sucediendo (por qué se esconde Nelly, a quién buscan Lucien y sus secuaces, qué pinta el tutor de Nelly en todo esto..) y aún así se nos muestra de forma sutil dejando algunos cabos abiertos para que el espectador imagine el resto. Por ejemplo, la relación entre Nelly y su tutor Zabel, que en todo momento intuimos que abusa de ella pero no será hasta el final cuando acabemos de confirmar nuestras sospechas. La relación entre Jean y Nelly será el único rayo de esperanza. Cuando se conocen por primera vez, ella está mirando nostálgicamente al mar a través de la ventana como queriendo escapar a un lugar mejor.

Sin embargo, Carné no es optimista, todos estos personajes de clase baja están condenados a permanecer en este mundo de miserias y esperanzas frustradas. Aunque la niebla desaparece hacia el final del film, sus destinos y deseos siguen siendo tan fatídicos como parecía indicar el tenebroso ambiente nocturno que les rodeaba al inicio de la película.

Un comentario

  1. magnifica pelicula de jean gabin y michelle morgan. libro de jac prevert . cai el fin del cine negro frances .

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