La Barrera Invisible es una de esas películas que en mi opinión son especialmente deudoras de su época, y que vistas hoy en día, sin las circunstancias que las rodeaban en su momento, pierden algo de fuerza. Si por algo es destacable y será recordada es por ser una de las primeras obras de Hollywood que se atrevió a denunciar el antisemitismo de forma directa.
El protagonista es Philip Schuyler Green, un escritor que debe escribir un artículo sobre antisemitismo para una revista y que, para huir de los tópicos habituales, decide hacerse pasar por judío para vivir él mismo el tipo de discriminación que sufren. Paralelamente Philip conocerá a Kathy, una mujer de la que se enamorará pero cuya relación peligrará en más de un momento por su experimento.
En su momento La Barrera Invisible constituyó el gran film polémico de la temporada, de hecho no fueron pocos los que aconsejaron tanto al productor Darryl Zanuck como al director Elia Kazan que abandonaran el proyecto (irónicamente, Zanuck debía ser de los pocos productores no judíos que había en Hollywood). La película además hacía mención explícita a tres antisemitas bastante conocidos en los Estados Unidos por entonces y atacaba no sólo a la gente que despreciaba abiertamente a los judíos sino a esa mayoría silenciosa que desaprueba el antisemitismo pero que luego no pone a la práctica sus creencias. Cabe reconocer la enorme valentía de todos los que se involucraron sabiendo que no era un tema especialmente agradable a tratar, aún cuando la opinión popular hacia el pueblo judío empezaba a cambiar tras descubrirse la masacre que perpetraron los nazis en la Segunda Guerra Mundial.
El problema se encuentra en que La Barrera Invisible nos muestra una historia que nos es conocida de sobras y que apenas se escapa de los tópicos que suelen abundar en este tipo de narraciones. Por ejemplo, ¿hay alguien que no se imaginara desde el principio que el hijo de Philip acabaría siendo humillado por ser hijo de un judío?
La película cobra cierto interés al final, cuando empieza a tratar la ambigüedad de posicionamiento del personaje de Kathy, con el que muchos se sentirán dolorosamente identificados y que creo que es el tipo de personas a los que se quería dirigir el film: a aquellos que dicen ser respetuosos con los judíos pero luego consienten que exista esa discriminación. Kathy es la clásica persona progresista que adora la idea de que su prometido lleve a cabo una empresa tan valiente, pero que aún así no quiere pagar las consecuencias que eso acarrea, por ejemplo intentando que en una fiesta que celebra con sus amigos se sepa que no es judío realmente para evitar problemas. No es antisemita por eso, simplemente una persona que no quiere implicarse tanto en el problema hasta el punto de que le afecte en su vida privada.
En cierto momento Kathy dice una frase muy sincera y reveladora que refleja una mentalidad que creo que está más generalizada de lo que se quisiera reconocer: ella le espeta a Philip que está harta de sentirse culpable y que no puede evitar estar contenta de ser cristiana y no judía, del mismo modo que uno está contento de ser guapo y no feo, simplemente porque es la opción que ofrece menos problemas. Este tipo de diálogos sí que me parecen bastante modernos para la época y totalmente vigentes hoy en día.
También se nos muestra cómo ese antisemitismo está interiorizado inconscientemente tanto en los no judíos como en los propios judíos: por ejemplo, la secretaria de Philip tiene objeciones a que se contrate a cierto tipo de judías como secretarias porque darían una mala imagen sobre las mujeres judías. En el inevitable momento en que Tommy, el hijo de Philip, es insultado por unos amigos, sale a la luz este aspecto cuando el niño dice que le han llamado «sucio judío» y Kathy no puede evitar responderle «No llores, tú no eres judío«. Inconscientemente Kathy ha consolado al niño no recriminando la actitud de sus agresores sino diciendo que él no es judío, como si eso fuera algo malo.
Este tipo de detalles son lo que más me interesa de la película y no escenas tan tópicas y predecibles como cuando un borracho insulta a Dave por ser judío o cuando Philip va a un hotel discriminatorio y es expulsado amablemente.
Aparte de estos detalles, no encuentro nada especialmente destacable al film. El reparto está solvente pero ningún papel me parece especialmente revelador, ni siquiera Gregory Peck, que hace una buena actuación pero no es en absoluto uno de las mejores que hizo. Para mi gusto el más beneficiado es el actor John Garfield, que accedió a aparecer en un papel secundario pese a ser una estrella para apoyar un film con un mensaje que él creía que debía decirse. Por otro lado, el trabajo de dirección de Elia Kazan es bueno pero está muy lejos de sus mejores obras (aunque es cierto que es una de sus primeras películas) y al guión le falta fuerza, sobre todo en lo concerniente a las relaciones entre los personajes.
Aún así, la película fue un éxito tremendo que se tradujo en tres premios de la Academia: mejor película, mejor director y mejor actriz de reparto para la siempre solvente Celeste Holm. Sin embargo aunque es de aplaudir la valentía de todos los que participaron en ella y pese a que el mensaje que transmitía era valiente y necesario, con el paso del tiempo para mí La Barrera Invisible no deja de ser más que una buena película que no habría pasado a la historia de no ser por el conflictivo tema que se atrevió a poner sobre la mesa.