Went the Day Well? (1942) de Alberto Cavalcanti

Como es bien sabido la II Guerra Mundial fue el primer conflicto bélico que supo aprovechar las posibilidades propagandísticas del cine a gran escala, algo que ya el gobierno nazi supo intuir de forma muy perspicaz años antes de la guerra con films documentales tan conocidos como El Triunfo de la Voluntad (1935) y Olympia (1938) de Leni Riefenstahl. Durante los años que duró la guerra es también sabido que Hollywood pasó, de la noche a la mañana, de ser una industria fiel a la ideología neutral impuesta por el gobierno a convertirse en una de las mayores maquinarias propagandísticas en favor de la causa aliada. Pero no fueron los únicos. En el resto de países implicados en los que sus industrias cinematográficas seguían en pie también se hicieron numerosos films propagandísticos con desigual suerte.
En el caso de Reino Unido se partía del inconveniente de tener una industria muy poco sólida, por ello las películas más destacadas que hacían propaganda a favor del esfuerzo británico vinieron de Hollywood (véase por ejemplo La Señora Miniver, de la que el propio Winston Churchill dijo que había hecho más por la causa aliada que una flota de bombarderos). Sin embargo eso no quita que en esos años productores como el afamado Michael Balcon hicieron lo posible por aportar su granito de arena con films como éste.

La historia de Went The Day Well? partía de la que era la peor pesadilla del pueblo británico en aquellos años: una posible invasión germana. En un pequeño pueblo inglés aparece un día un grupo de soldados ingleses que deben hacer unas maniobras por la zona. En realidad son soldados alemanes haciéndose pasar por ingleses que se han introducido en el pueblo para llevar a cabo una invasión desde dentro. Cuando los habitantes descubren la verdad, los alemanes les retendrán como rehenes hasta que se produzca la invasión bajo la amenaza de organizar una masacre si se rebelan, pero los ingleses no se dejarán intimidar por mucho tiempo.

La premisa en sí misma es muy jugosa y seguramente en manos de un profesional del género como Hitchcock o Fritz Lang podría haber dado una genialidad, el primero con su inconfundible manejo del suspense, el segundo con sus dotes para dirigir films colectivos basados en situaciones extremas. Pero no es el caso. Su director fue Alberto Cavalcanti, uno de esos cineastas cuyo nombre no ha acabado trascendiendo entre cinéfilos al no haber dirigido ningún gran clásico conocido pero que, a cambio, participó en el rodaje de algunas de las películas más importantes de aquellos años. De origen brasileño, en los años 20 colaboró en varios films con el cineasta vanguardista francés Marcel L’Herbier y, más adelante, participó en los rodajes de la mítica Berlín, Sinfonía de una Ciudad (1927) – que a su vez debió inspirarse en una obra precedente del propio Cavalcanti llamada Rien Que Les Heures (1926) – y del imprescindible documental inglés Night Mail (1936)

No obstante, su papel en un film más convencional como éste acaba siendo puramente rutinario. Aunque muy bien filmada, la película resulta impersonal y sin garra. Pese a que se nos ofrecen algunas escenas de suspense muy interesantes (como cuando los habitantes han de fingir que todo sigue normal ante el chico de los periódicos y el cartero), no acaban de explotarse del todo.

Pero no pretendo dar una visión negativa de la que es al fin y al cabo una buena película, ya que el único problema es que tal argumento daba para un film de suspense memorable. Dejando de lado expectativas y comparaciones con otros directores, Went The Day Well? es un film notable del que se debe destacar sobre todo lo bien que que se desenvuelve en su escasez de medios. Aunque es obvio que es una película de pocos recursos, sobre todo comparada con sus equivalentes hollywoodienses, el resultado final apenas deja entrever esas carencias. Resulta modesta pero al mismo tiempo aprovecha su premisa y medios al máximo. De hecho, al pretender ser una obra que hiciera empatizar al público británico, la escasez de grandes estrellas en el reparto y los escenarios tan modestos consiguieron que los espectadores sintieran más cercana la trama que se les contaba.

Por otro lado, lejos de ser una película amable que pretendiera apoyar el esfuerzo bélico como si fuera algo fácil, los guionistas no esconden los horrores de la guerra y no dudan en matar a personajes inocentes con los que el público seguro que simpatizaba. Después de todo, la guerra no era un juego de niños. Se trata por tanto de una obra muy interesante que tiene el aliciente de ver un ambiente rural eminentemente británico envuelto en un contexto radicalmente diferente, el ver a esos entrañables personajes típicamente ingleses inmersos en una situación extrema y violenta. Es decir, una alternativa a los clásicos films aliados ambientados en campos de batalla y protagonizados por valerosos héroes indestructibles. Una visión más sencilla y realista que, al mismo tiempo, suponía una alternativa modesta a las grandes producciones bélicas de la época.

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