El Confidente [The Friends of Eddie Coyle] (1973) de Peter Yates


Una de las ideas que le viene a uno a la mente mientras ve El Confidente (1973) es lo irónico del título original de la película y la novela: Los Amigos de Eddie Coyle. Porque si algo no tiene Eddie Coyle son precisamente amigos. El tal Eddie es un criminal de poca monta ya envejecido que está a la espera de un juicio por haber conducido un camión con material robado y haberse negado a delatar a los que le hicieron el encargo. Mientras tanto se dedica a comprar armas a un joven traficante y hacérselas llegar a una banda de atracadores que roba bancos, y además tantea a un policía, Dave Foley, para que interceda a su favor ante el fiscal a cambio de darle algún chivatazo. En paralelo, otro «amigo» suyo, Dillon, que fue quien le proporcionó el encargo por el que fue detenido, también tiene charlas con el mismo policía.

Si van a ver El Confidente esperando un neonoir convencional seguramente saldrán decepcionados. Este filme de Peter Yates no es la típica película policíaca con escenas de suspense y mucha acción. Es más bien una película de charlas tensas, tratos que puede que se cumplan o no, de encuentros para hacer intercambios ilegales de dinero y armas, así como de personajes que se traicionan mutuamente. Es la antitesis de un filme que muestre una faceta carismática del mundo criminal y sus supuestos códigos de lealtad. No hay nada de eso aquí.

La exitosísima novela de George V. Higgins había supuesto en 1970 un gran impacto en el género noir con su estilo seco y directo: capítulos cortos, diálogos realistas y personajes duros y poco fiables que no dudarían en vender a su propia madre si lo creyeran conveniente. De haberse publicado la novela bastantes años antes, la adaptación cinematográfica quizá habría pulido las asperezas del libro, pero por suerte se realizó en los 70, una época en que el thriller americano estaba en una edad de oro y era posible que un gran estudio financiara películas tan sucias y desencantadas como ésta. De modo que Peter Yates pudo hacer una traslación realmente fiel a la novela en cuanto a contenido y, sobre todo, espíritu.

Es por tanto un filme en el cual no se nos da nadie a quien agarrarnos. Literalmente todos traicionan a quien pueden, y cuando no lo hacen (como es el caso de Eddie, que se niega a delatar a Dillon) es por miedo a las represalias y no por ningún sentido de la lealtad. Incluso el personaje del policía parece estar más jugando con los criminales sonsacándoles todo lo que puede y luego ofreciéndoles lo mínimo. Después de que Eddie le entregara al hombre que le proporciona las armas, el policía le hace saber que el fiscal no ha querido cooperar mucho en su caso, pero no tenemos forma de saber si realmente el fiscal es tan duro como él dice o si siquiera ha hecho la llamada que le prometió a Eddie para hablar en su favor. No tenemos ningún motivo para pensar que este personaje es más fiable que los demás solo porque esté en el lado correcto de la ley.

Estoy convencido de que para el británico Peter Yates fue un soplo de aire fresco realizar una película policíaca con tan pocas escenas de acción. Teniendo en cuenta que había rodado previamente películas como la notable El Gran Robo (Robbery, 1967) y sobre todo la mitiquísima Bullitt (1968) está claro que esa decisión corresponde más a la voluntad de ser fiel al espíritu del libro y de ofrecer una visión más realista y menos excitante del mundo del crimen.

En la película se muestra una serie de atracos a bancos basados en una astuta premisa: entrar en la casa del director del banco por la mañana, retener como rehenes a su familia y así forzarle a ir al banco y facilitar a los atracadores todo el dinero antes de que el edificio abra sus puertas, bajo amenaza de matar a su esposa e hijos si no colabora. En el filme se muestra el primero de esos robos al detalle, que contiene un pequeño momento que podría ser mi favorito de toda la película: ese pequeño instante en que, dentro del banco, están esperando que el cierre automático de la caja fuerte se desactive, algo que sucede cada día a los 8:48. Sin banda sonora, con todos los oficinistas del banco sentados en el suelo bajo punta de pistola y los atracadores esperando nerviosos, esos segundos de silencio y tensa espera se hacen especialmente insoportables e interminables. Más que aumentar el suspense, Yates muestra la escena en su desnudez casi resaltando lo extraño y casi absurdo de la situación, hasta que para nuestro alivio la caja se abre y los atracadores siguen adelante con su plan.

Es innegable que otro gran punto a favor del filme es la excelente elección de Robert Mitchum para encarnar a Eddie Coyle. Hay algo en el Mitchum otoñal de esos años – La Hija de Ryan (Ryan’s Daughter, 1970) de David Lean, Yakuza (1974) de Sydney Pollack – que lo hace especialmente carismático. Ese carácter suyo tan reconocible que ya desplegaba en películas suyas de antaño, esa contención que uno no sabía de si se debía a que es alguien reservado o directamente de vueltas de todo, en sus películas de madurez le convierten en una presencia aún más poderosa, como alguien que a esas alturas no tiene mucho que esperar de la vida.

Es en parte por ello que resulta tan chocante en un primer visionado el desenlace del filme, que quizá los lectores que no lo hayan visto prefieran no conocer, en cuyo caso les recomiendo que dejen la reseña aquí y busquen una copia de la película.

No es Mitchum/Coyle en absoluto un carismático antihéroe en El Confidente. Es al fin y al cabo alguien que ha delatado a una persona que confiaba en él y que le ha ayudado, pero en el fondo no deja de hacer lo mismo que el resto de personajes. Si su desenlace acaba siendo tan funesto es simplemente por una cuestión de mala suerte, al creerse la banda que fue él quien delató a los atracadores de bancos; algo que es erróneo, pero no porque Eddie no quisiera delatarlos sino porque se propuso hacerlo demasiado tarde. ¿En qué película de cine negro se habría atrevido el director en tener como protagonista a un soplón sin escrúpulos?

La escena en que Coyle es llevado a una trampa encaminado a eliminarlo nos hace creer inicialmente que todo acabará en una escena de suspense. Seguramente Coyle se entere de que es una trampa en algún momento y se enfrente a sus asesinos. O quizá es más listo que ellos y se está haciendo el tonto. Pero no es así, y su asesinato es uno de los menos glamourosos y más crudos que he visto practicados a una estrella de Hollywood – ahora mismo solo se me ocurre como otro ejemplo Infiltrados (The Departed, 2006) de Martin Scorsese o, en un tono más humorístico, Quemar después de Leer (Burn After Reading, 2008) de los hermanos Coen. El momento en que el asesino dispara la pistola nos quedamos unos segundos incrédulos. ¿Ya está? ¿Realmente ése es el fin de Eddie Coyle? ¿Sin enfrentamientos, sin ningún astuto plan por su parte para escapar de esa emboscada? Así es. Porque Eddie Coyle sencillamente no es alguien especialmente astuto o habilidoso. Solo un pobre hombre que ha sido engañado en múltiples ocasiones y que ha intentando sobrevivir entre personas más fuertes e inteligentes que él, y que solo ha logrado engañar a un traficante de armas más joven y, por tanto, más pardillo que él. Y si hay algo peor que ser un tipo no especialmente inteligente o fuerte que se mueve entre criminales, es ser un tipo no especialmente inteligente o fuerte que se mueve entre criminales y que además no tiene amigos. O mejor dicho, que tiene la clase de amigos que te pegan un tiro en la nuca mientras te quedas dormido en el coche por una traición que tu asesino sabe que no has cometido.

6 comentarios

  1. Tengo que volver a verla, pues la he visto solo una vez y muy cansada. Recuerdo qué pensé: ¡Qué lástima, tengo que verla de nuevo más despejada! Pero todavía no lo he hecho. Y eso que ¡efectivamente!, ese Robert Mitchum otoñal es impagable, como lo fue William Holden.
    No te vas a creer a qué película de Peter Yates tengo gran cariño desde su estreno, la he visto una y mil veces y la tengo en dvd y cuando la pasan por la tele, me engancho, jajajaja. Me encanta (y no tiene buena prensa)… ¡¡¡Sospechoso (Suspect,1987)!!! Adoro esa película de suspense y drama judicial con ¡Cher, Dennis Quaid y Leam Neeson!
    También te vas a reír, pero un año después de El confidente, realizó una comedia muy absurda, pero que a mí me hace reír, con Barbra Streisand y Michael Sarrazin, ¿Qué diablos pasa aquí? (For Pete’s Sake), y me parece divertida de lo absurda que es.
    ¿Curioso Peter, verdad?

    Beso
    Hildy

    1. ¡Nada que reprochar a las debilidades personales! ¡Por algo lo son! Lo curioso es que teniendo en cuenta las que citas, las que conozco y las que veo así por encima echando un vistazo a su filmografía en FilmAffinity, tiene pinta de ser un tipo que tuvo una carrera bastante extraña. Cualquiera pensaría que se especializaría en cine de acción tras los éxitos de Robbery y Bullitt, pero al final ha acabado haciendo de todo un poco, y da la impresión de haber acabado con una carrera algo dispersa.

      Un saludo.

  2. Que sepas que he dejado de leer donde lo pides (y se agradece mucho) porque no la he visto, pero ya mismo melapunto.
    Perfectamente traída esa impresión tuya sobre el Mitchum otoñal que yo extendería al veraniego, y al primaveral. Es un actor que me descalabra un poco, porque cuando le pega al personaje es insustituible pero cuando está así como de invitado de piedra (que no digo que sea el caso de esta peli que ya digo que no he visto) la verdad es que me repele un poco porque desprende algo así como falta de profesionalidad, y eso lo llevo fatal.

    Sobre Bullit, ya que la mencionas, tengo pendiente escribir algo. Cuánto me impresionó esa película cuando me la encontré de jovenzuelo. Aunque luego viendo a Alain Delon paseando por ahí en plan samurai descubrí que todo está inventado, pero tengo que volver a ella y sacármela de dentro.

    Gracias como siempre, y un abrazo

    1. Entiendo lo que dices pero no sé hasta qué punto es falta de profesionalidad o que simplemente él tenía una serie de personajes prototípicos y fuera de éstos no funcionaba, y parece que esté pasando de todo cuando en realidad es que es su pose de siempre pero en un contexto distinto. A saber…

      Bullit es magnífica. Y verás que El confidente es un curioso contraste respecto a esa. Son dos policíacos de la época pero en estilos totalmente opuestos en todos los sentidos.

      Espero que te guste, ¡un abrazo!

  3. Pues me ha gustado, sí señor. Claro que los arreglillos setenteros ayudan mucho y el coche amarillo que lleva el que vende las pistolas. Tu análisis la describe perfectamente y el comentario sobre el final bien traído.
    El bisoñé de Mitchum ya tal, pero su trabajo es excelente. Y su voz, como mola. El comentario que te hice sobre su profesionalidad supongo que viene influido por cosas que he leído sobre él en mis investigaciones wellmanianas, ya comentaré cuando toque que de una peli (Callejón sangriento, creo recordar) le tuvieron que echar porque no hacia más que drogarse y emborracharse y tal y cual.

    Un saludo y gracias de nuevo!

    1. Ah bueno, eso que comentas también me encaja con la imagen que tenía de él, pero digamos que yo separo más la persona real de sus actuaciones. Aunque en el cine simplemente hiciera de él mismo con esa actitud pasota a mí me mola.
      ¡Celebro que te gustara! Es un pequeño clásico setentero que tiene bastante miga.
      Un saludo.

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