Mi Vida Es Mi Vida [Five Easy Pieces] (1970) de Bob Rafelson

 

Desde hace años el relato sobre ese periodo tan jugoso que fue el New Hollywood ha venido dominado por la visión que dio Peter Biskind en Moteros Tranquilos. Toros Salvajes, un libro entretenidísimo pero al que cada vez encuentro más agujeros y carencias (no voy a entrar en detalles porque no es éste el espacio y porque creo que este artículo de Joseph McBride ya lo hace por mí). En todo caso uno de los personajes que aparece en dicho libro pero no parece haber adquirido el reconocimiento que merece aun cuando tiene las dos características imprescindibles para resultar atractivo al lector (ser una pieza importante del New Hollywood y tener una personalidad carismática) es Bob Rafelson. Hubo de morirse el año pasado para que de repente todos se dieran cuenta de que fue una de las piezas esenciales de dicho periodo como director y como productor.

Tuvo la suficiente audacia y arrogancia como para abrirse paso y apostar por películas como Easy Rider (1969) de Dennis Hopper y La Última Película (The Last Picture Show, 1971) de Peter Bogdanovich, que serían dos de las obras clave de esta nueva corriente. A cambio, su carrera como director ha sido más bien breve pero cuenta con una de esas obras clave del New Hollywood que no suele mencionarse por no ser tan vistosa. Y no obstante es una pieza absolutamente esencial como radiografía del sentir de una época y de la evolución hacia la que estaba dirigiéndose el cine de Hollywood en los 70 (una evolución que, ay, acabo revirtiéndose a finales de década hacia un retorno a un estilo más conservador). Me refiero obviamente a Mi Vida Es Mi Vida (1970), una «traducción» fascinantemente imprecisa y boba del más enigmático título original Five Easy Pieces.

El protagonista viene encarnado por el gran compinche y amigo de Rafelson, Jack Nicholson, que interpreta a Bobby Dupea, un trabajador en unos pozos de petróleo que tiene una vida humilde y algo monótona. Convive con una camarera llamada Rayette (una magnífica Karen Black) a la que maltrata psicológicamente por considerarla tonta, y mata el tiempo con un amigo suyo jugando a los bolos, emborrachándose o ligando con otras chicas. Un día se entera de que su padre ha sufrido un ataque grave que le ha dejado incapaz de hablar y valerse por si mismo, así que decide volver a ver a su familia, de la que hace años que se ha alejado. Así pues, Rayette y nosotros descubrimos que en realidad Bobby proviene de una familia de músicos acomodada, que en principio tiene todo lo que necesitaría para gozar de una vida fácil. Pero una vez allá vemos que Bobby no encaja con ellos, aun cuando el tipo de vida que está llevando como alternativa tampoco le llena.

Según dijo Rafelson, la historia de Mi Vida Es Mi Vida tiene mucho de autobiográfica y refleja el carácter inconformista e inquieto del cineasta, si bien éste tuvo una vida mucho más apasionante que la de su alter ego Bobby Dupea – entre otras cosas trabajó en un rodeo y estuvo un tiempo viviendo en Japón encargándose de la traducción de películas para el mercado extranjero, lo cual me parece un contraste maravilloso que refleja una personalidad que combina esa actitud de machote con una faceta más introspectiva e intelectual. Y si este dato es cierto, un primer aspecto que merece la pena destacar del filme es que el guion no busca congraciarnos con Bobby. Entendemos su insatisfacción y aburrimiento vital, su necesidad de emborracharse o hacer el payaso para quitarse ese aturdimiento, pero eso no quita que sea también alguien egocéntrico y a menudo intratable, que no soporta el ambiente intelectual de su familia pero a cambio maltrata continuamente a su novia, que es la simpleza personificada. Más que ser una persona sofisticada que se siente a gusto entre la gente sencilla parece simplemente alguien que no encaja en ninguna parte.

Algo que valoro especialmente de la película en ese sentido es toda la descripción que hace de ese peculiar familia formada por músicos, que me recuerda mucho a la familia Glass que creó el escritor J.D. Salinger para algunos de sus relatos, y que estaba formada por varios hermanos superdotados. El guion consigue muy hábilmente retratar ese ambiente disfuncional pero sin hacerlo estallar. El hacernos notar que bajo esa respetable apariencia las cosas no marchan bien, pero sin que ningún personaje (salvo Bobby, claro) pierda los modales. Solo me resulta algo molesta la escena en que unos amigos intelectuales vienen a pasar una velada y se mofan de forma abierta de la simpleza de Rayette, porque precisamente aquí hace demasiado explícita esa crítica al intelectualismo, resultando incluso facilona y poco creíble.

El filme de hecho no es del todo redondo, y su narración sufre algunos altibajos que, no obstante, resultan comprensibles, puesto que el guion apuesta por no dar forma a un conflicto claro para ser fiel al dilema de Bobby. Nuestro protagonista no sabe lo que busca, de esta forma la película por tanto tampoco pretende dirigirse hacia ninguna dirección concreta. Y esto, que podría verse como un defecto, es lo que la convierte en una obra fundamental dentro del New Hollywood. Es como si Antonioni o Bergman (salvando las distancias, claro) hubieran querido hacer una película en Hollywood, sin hacer gala de su estilo de una forma tan pura como en sus países natales, pero sin renunciar a su tono y su forma de plantear las relaciones entre personajes. Puede que desde el punto de vista del New Hollywood éste no sea un logro tan vistoso como Easy Rider o El Padrino (The Godfather, 1972), pero es también fundamental en la búsqueda de nuevos caminos, sin respuestas claras ni conflictos fácilmente definibles.

No es menos significativo que el trabajo de fotografía corra a cargo de László Kovács, que podría ser el cámara semioficial del New Hollywood que le dio un look bastante reconocible a muchas de las grandes obras de ese periodo. Si a eso le sumamos la presencia de uno de los actores por excelencia de ese ciclo de filmes, Jack Nicholson, resulta innegable que Mi Vida Es Mi Vida es tan representativa del movimiento como algunas de sus obras más conocidas y reputadas. Además este filme tiene el aliciente de ofrecernos a un Nicholson relativamente comedido para sus estándares y con algunas escenas especialmente conmovedoras, como aquella en que tiene un diálogo/monólogo con su padre en que acaba derramando unas lágrimas, literalmente una de las mejores escenas que le he visto interpretar nunca y de una sensibilidad y franqueza que le dejan a uno desarmado.

Fiel a si mismo hasta las últimas consecuencias, la película se cierra con un plano de una gasolinera que nos arroja más incógnitas que respuestas sobre el futuro de Bobby, quien nos ha dejado abandonados a nosotros y a su novia a nuestra suerte. No será una de las obras maestras del cine americano de los 70 pero sí una de sus películas más sinceras. Y si nos deja con un final tan abierto es porque ni sus propios creadores tienen una respuesta clara a lo que nos han mostrado.


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4 comentarios

  1. Reconozco que siento debilidad por los realizadores del Nuevo Hollywood y que en su momento me entretuvo muchísimo el libro de Peter Biskind, pero estoy de acuerdo con tu apreciación y la de McBride. No es un libro «objetivo», en el sentido de que Biskind ofrece casi su visión personal y novelesca de la época y reparte sus simpatías y antipatías sin pudor. Aunque no me parece mal canal para entrar en contacto con los cineastas de ese momento y para descubrir ciertas películas. Es cierto, que Spielberg y Lucas salen bastante mal parados entre sus páginas.
    Al grano, del Bob Rafelson director de cine las películas que tengo más en órbita son la que reseñas tan bien y su adaptación de «El cartero llama dos veces». No obstante, quiero intentar ver mucho más de su breve filmografía y refrescar memoria de alguno de sus títulos.
    De Mi vida es mi vida se me quedaron grabadas dos secuencias: la del final de la gasolinera que tan bien describes. Y el momento atasco de coche…, y protagonista subiéndose a ese camión con piano… Es una película de esas que ves y te va dejando más poso según pasa el tiempo y la piensas. Es de esas películas que la terminas de ver y a lo mejor se te queda un poco cara de póquer, pero luego no se te va de la cabeza y no dejas de pensar en ella.
    Efectivamente el personaje de Karen Black se come muchos momentos de la película. Es una actriz olvidada, pero presente en títulos que a mí personalmente me gustan bastante: Como plaga de langosta, El gran Gatsby, La trama o un clásico del terror superchulo: Pesadilla diabólica (Burnt Offerings) de Dan Curtis.

    Beso enorme
    Hildy

    1. Hola Hildy,

      Aquí otro entusiasta del New Hollywood. Efectivamente, es tal cual dices, Biskind supo hacer un repaso muy atractivo a ese periodo pero a veces se deja cosas en el tintero o da una visión muy sesgada de ciertos personajes para que funcione mejor el relato. Desde un punto de vista literario obviamente le funcionó, porque es un libro que engancha, pero desde un punto de vista periodístico/historicista el que se centre en los excesos de algunos de ellos con las drogas en detrimento de ciertos cambios más complejos en la industria no aporta mucho.
      De Bob Rafelson confieso que solo he visto ésta y por descontado El cartero siempre llama dos veces. A raíz de leer un artículo magnífico sobre él me ha dado curiosidad por Las montañas de la luna y El rey de Marvin Gardens, a ver si me llevo una sorpresa.
      Y me pasó lo mismo, de hecho la primera vez que la vi no me gustó demasiado, esa sensación de que vi un filme donde no pasaba gran cosa… pero me dejó poso y me fue ganando en mi recuerdo. Y aunque en el revisionado sigue sin parecerme brillante, sí que lo aprecié más y me pareció interesantísimo y muy honesto, incluso en sus histrionismos (el momento del piano en el atasco mismamente). Tiene algo que se te queda y además es una obra bastante extraña incluso dentro del panorama de la época, y solo por eso creo que ya merece la pena.
      Un abrazo.

  2. La tenía en la reserva desde hace tiempo y aprovechando su apunte me ha dado por verla. Al contrario que le pasa a Usted y a Querida Hildy, a mí el New Hollywood no es una época o un estilo que me interese particularmente. Por supuesto que me gusta mucho lo que me gusta y me parece muy bueno, por ejemplo hace apenas unos días volví a regodearme en La conversación, pero con la «clase media» de este estilo tengo algún tipo de síndrome de repulsión. Es que van contra mi naturaleza.
    Centrándome ya en esta peli, reconozco que tiene sus cosas buenas, precisamente alguna que usted comenta, como la fotografía o la medida actuación de Nicholson, así como el final. Pero todo lo demás, en general, me parece espantoso.

    Me parece una película mal dirigida. Cosas tan simples como elegir el ángulo más adecuado para enfocar a los actores, continuidades chabacanas, secundarios mal dirigidos, figurantes con frase que no saben ni hablar… También está mal montada a mi parecer, tiene muchos insertos o ¿elipsis? mal traídos… Pero bueno, esto se podría achacar a su aspecto «New». Pero es que además tiene una de las escenas de ¿sexo? más ridículas de la historia del cine, y las peleas que salen no le van a la zaga, las rabietas de Nicholson son inexplicables… A mí no me parece un personaje «antipático», es que me parece un gilipollas. ¡Es que tod@s me parecen gilipollas! menos el pobre padre, que debe sufrir todo en silencio.

    He tenido al verla la misma sensación que hace unos meses, cuando me dio por repasar el Eastwood director de los 70, y vi Escalofrío en la noche, coetánea de esta. La vi en mi lejana adolescencia y tenía el recuerdo de algo interesante, curioso aunque nada brillante pero me la puse de nuevo y me pareció un espanto, un horror fílmico que no comprendo como alguien pudo financiar y concebir. Pues con esta más o menos igual, aunque me parece algo menos mala.

    Bueno Doctor, es lo que hay.

    Un abrazo.

    1. Hola Manuel,

      Jajaja, ése es un comentario sin pelos en la lengua, ¡así me gusta!
      La verdad es que si no es especialmente seguidor del New Hollywood esta película desde luego no es para usted, ya que tiene muchos de sus tics y no se encuentra entre las grandes obras del género, ésas que trascienden los gustos de cada uno por su calidad.
      Todo lo que usted le achaca de estar mal dirigida para mí no es así o, si lo es, no me parece que quede mal, eso ya es tema de opiniones. En lo que sí coincidimos es que el protagonista es un absoluto imbécil, eso creo que es innegable, pero a mí eso no me molesta o saca de la película. No obstante, le entiendo, es algo subjetivo, a mí me pasa eso con otras obras que no consigo disfrutar por ese mismo motivo.
      En fin, al menos ya la tiene vista, sabe que existe y puede criticarla con conocimiento de causa, ¡es el consuelo que nos queda en casos así!
      Un abrazo.

      PD: yo no guardo tan mal recuerdo del debut de Eastwood, aunque es obvio que es una obra menor suya. Si la revisiono ya le diré qué tal, pero yo parto de la ventaja de que siento debilidad por el cine americano 70s.

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