Tierra [Tsuchi] (1939) de Tomu Uchida

Tierra (Tsuchi, 1939) de Tomu Uchida es sin duda una de las películas más legendarias del cine japonés, tanto por su contenido como por toda la leyenda que le rodea. Se preguntarán entonces por qué no es un filme que se comente, cite o recomiende a menudo, y me temo que la respuesta es bastante desmoralizadora: la única copia que circula de la película está incompleta y es de una pésima calidad.

Si bien el montaje original de Uchida duraba unos 140 minutos, la única copia que podemos ver hoy día con cierta facilidad es una versión subtitulada en alemán de 93 minutos a la que le faltan el primer y último rollos. No solo la calidad de imagen es mala, sino que unos pocos diálogos están sin subtitular y de otros es imposible leer la traducción al alemán, de modo que a no ser que sepan japonés se perderán algunas frases de la película. Aparentemente existe una copia encontrada en Rusia de casi dos horas que además fue restaurada… pero por desgracia no parece estar disponible para el gran público ni para genios del mal. De modo que, de entrada, hemos de partir del inconveniente de que tendremos que juzgar esta película en base a una copia que no le hace justicia.

Pero, ¿cuál es la leyenda que rodea la película y la convierte en una obra tan paradigmática de la cinematografía japonesa más allá de sus cualidades artísticas? La versión que se ha dado siempre de su rodaje es que Tomu Uchida, fascinado por la novela realista de Takashi Nagatsuka sobre una pobre familia de granjeros, pidió a su estudio, la Nikkatsu, que se la dejaran adaptar, pero éstos comprensiblemente se negaron por considerarlo un proyecto suicida a nivel comercial. No obstante, Uchida, lejos de rendirse, filmó la película a escondidas usando recursos del estudio y con la complicidad de actores y técnicos. Cuando Nikkatsu descubrieron la situación se dieron cuenta de que estaban en una posición dificultosa: ya se habían empleado recursos del estudio en la película y por tanto quizá era conveniente, ya puestos, dejarles terminarla… eso sin contar con lo impopular que sería enfrentarse al director y todos los implicados. En consecuencia, decidieron hacer la vista gorda en base a que, aunque les habían desobedecido, toda esta locura representaba un encomiable esfuerzo de trabajo en equipo, y en recompensa les dejaron acabarla ya de forma oficial.

Esta leyenda tan llamativa es, como suele suceder, falsa… al menos parte. En esta magnífica reseña de la International Uchida Tomu Appreciation Society (!!!)  se narra una versión más creíble basándose en varias fuentes de información. Aparentemente, Nikkatsu sí dio el vistobueno al proyecto inicialmente, pero cuando el estudio cambió de jefe de producción canceló el rodaje, poniendo como motivo lo cara que estaba saliendo la filmación en exteriores para lo que además era un proyecto con tan poco potencial comercial. Fue entonces cuando Uchida, a quien se le asignó dirigir la comedia A Thousand and One Nights in Tokyo (Tōkyō sen’ichi-ya, 1938), decidió desviar parte de los fondos de dicho filme para completar Tierra con la ayuda de actores y técnicos. Si realizar algo así desafiando a un estudio es una absoluta osadía en cualquier país del mundo, en Japón, donde había una jerarquía tan rígida y se esperaba un respeto y obediencia absoluta a los superiores, era una locura suicida. Pero a Uchida le funcionó. El estudio transigió y pudo acabar la película además sin verse obligado a hacer modificaciones que la hicieran más comercial.

El filme se centra en una familia de campesinos que vive en la pobreza encabezados por el viudo Kanji. Junto a él vive su hija adolescente Otsugi y su hijo pequeño Yokichi. Pero un día viene a vivir con ellos su suegro Uhei, ya que debido a su edad no puede valerse por si mismo. El problema es que Kanji nunca se ha llevado muy bien con él y ve al anciano como una pesada carga que mantener. A medida que pasa el tiempo, la situación familiar se va tensando cada vez más.

Si hay un rasgo por el que Tierra debió llamar poderosamente la atención en el momento de su estreno es por su estilo tan descarnadamente realista, totalmente inusitado para su época. Tradicionalmente Japón nunca fue un país demasiado inclinado por un enfoque realista a la hora de trabajar con el cine, más bien al contrario. Es por ello que una de las películas más importantes de su historia fue el drama Almas en el Camino (Rojo no Reikon, 1921) que, como ya comentó mi colega el Doctor Caligari, supuso una ruptura con la forma de hacer cine en Japón hasta entonces, favoreciendo un enfoque más realista influenciado por el cine occidental. Tierra llevaría esa idea a extremos aún mayores. De hecho es un filme inusualmente crudo no solo para un país con poca tradición realista en el cine, sino incluso para los estándares cinematográficos de la época en general, demostrándonos que el célebre neorrealismo italiano que irrumpiría en unos años no venía de la nada.

Uchida entre otras cosas se empeñó en filmar Tierra en los exteriores en que sucedía la novela para captar con la cámara la dureza del trabajo en el campo y todo el proceso de plantación y recolección del arroz. El hombre no parece un ser que domine a la naturaleza y se esté sirviendo de ésta para su beneficio, sino que más bien se encuentra a su merced, algo que en el caso de la familia de Kanji es cierto por partida doble, ya que deben entregar buena parte de lo que recolectan a la propietaria de las tierras – un personaje por otro lado muy interesante, porque lejos de ser la caricaturesca terrateniente poderosa y antipática nos es mostrada como un personaje simpático y cortés con los protagonistas… pero eso no quita que siga explotándoles, con una sonrisa en la cara, claro.

Kanji en contraste es un protagonista antipático y sobre todo bastante patético que se gana la enemistad del resto de labradores por la forma como maltrata a su suegro. En ese sentido he leído que hay un par de detalles fundamentales en la novela que no aparecen en el filme, pero desconozco si es porque forman parte del metraje perdido. En primer lugar, en el libro se explica que la mujer de Kanji muere al practicarse un aborto por no tener recursos para alimentar a otra persona más, lo cual amarga para siempre el carácter del padre de familia. Pero más decisivo es que en la novela el suegro de Kanji se revela inicialmente como un personaje autoritario y abiertamente antipático con su yerno. Éste es un cambio significativo que permite entender que Kanji sea reticente a cuidarle aun cuando sea su deber.

La película tiene un tono seco enfatizado por la escasa banda sonora y un guion que evita expresamente todo asomo de sentimentalismo. El gran personaje positivo del filme, la adolescente Otsugi, se nos muestra como la única con madurez suficiente como para asumir sus deberes tanto como labradora como unificadora de la familia, cuidando en todo momento de su abuelo y dando consuelo a un padre que parece demasiado débil como para soportar tantas cargas él solo. En una de las pocas escenas que se escapan de los rigores del campo asistimos a los preparativos de una boda en que Otsugi forma parte de todo el proceso… hasta que su hermano pequeño le envía el recado de que su padre quiere que vuelva a casa, temeroso de que algún joven la seduzca y le deje solo. No tiene nada que temer. Minutos atrás vimos cómo la pobre Otsugi miraba melancólicamente a unas amigas que escapaban en barca a probar un nuevo tipo de vida en la civilización, un privilegio que sabe que está fuera de su alcance.

La otra escena que se escapa de la dura rutina del campo es la de un incendio accidental que Uchida resuelve con mucha eficacia. Sin espectacularidades innecesarias pero transmitiendo la sensación de peligro e impotencia ante una desgracia imposible de parar. No da la sensación de estar viendo una escena orquestada para impresionarnos, sino que tiene algo auténticamente realista que, de esta forma, respeta el tono general del resto del filme.

Tierra pertenece a ese estirpe de películas como Avaricia (Greed, 1924) de Erich von Stroheim – la cual, casualmente o no, también abogaba por un enfoque extremadamente realista para la época e implicó enfrentamientos con el estudio que la produjo – que surgen como proyectos personales artísticamente arriesgados. La diferencia es que, contra todo pronóstico, Tierra fue un absoluto éxito de crítica y público que la convirtió en un clásico instantáneo de la cinematografía japonesa, lo cual demuestra lo imprevisible que es la recepción del público a una película y como a veces lo aparentemente anticomercial puede suscitar el interés de la audiencia. Es por tanto una enorme pena que no podamos disponer de una copia a mayor calidad para disfrutar mejor de sus cualidades artísticas.

2 comentarios

  1. Konnichiwa, estimado Doctor, veo que se conserva usted estupendamente, sigue igual que cuando le descubrí en un cine de Tokio que poco después fue destruido por el terremoto de Kanto, en el que confío que nada tendría usted que ver.

    En fin, como nunca tuve tratos con la Nikkatsu, ya sabe usted que yo trabajaba en Shochiku, y que al enemigo ni agua, al menos mis contactos con el mundo presente me han permitido conseguir esa misma copia de pésima calidad y recortada pero con los subtítulo en esa su farragosa lengua alemana traducidos al español que curiosamente se habla en esta nada metafísica en la que habito ahora.

    Le dejo enlace a la copia con los subtítulos en mi trastero de Internet Archive.

    ¡Saludos!

    1. ¡Muchas gracias, amable desconocido! Espero que los lectores que tengan curiosidad por la película aprovechen el enlace para verla online. Muy agradecido por su contribución.

      Ay, no me hable de mis años mozos en Tokio inflando el sindicato de benshis solo para retrasar la inevitable llegada del cine sonoro en Japón, algo que finalmente no pudimos detener. Qué nostalgia y qué buenos tiempos, gracias por su amable comentario y los recuerdos que evoca.

      Un saludo.

Replica a Anónimo Cancelar la respuesta

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.