Los Bajos Fondos [Underworld U.S.A.] (1960) de Samuel Fuller

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Magnífico thriller de Samuel Fuller en el que retrata de forma cínica y corrosiva el mundo de la mafia y la corrupción sirviéndose de la clásica historia de venganza. Tolly Devlin es un joven nacido y educado en los bajos fondos que se gana la vida como puede. Una noche presencia cómo cuatro individuos asesinan a su padre y decidirá que de ahora en adelante dedicará su vida a vengar su muerte. Siendo un adulto, es ingresado en la cárcel por forzar una caja fuerte y ahí dentro consigue encontrar al único de los cuatro agresores que pudo identificar aquella noche, quien le confiesa antes morir quiénes eran los otros tres. Al salir de prisión descubre que ahora son tres grandes mafiosos que controlan los sindicatos, la prostitución y las drogas. La única manera de acceder a ellos será introducirse en su organización.

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Sin duda una de las mejores obras de Samuel Fuller. Una película cruda y visceral que bajo el pretexto de la venganza del protagonista nos muestra los bajos fondos y la corrupción que domina la sociedad. Fuller no escatima detalles en enseñarnos cómo la mafia tiene controlada a la policía y además actúa libremente bajo tapaderas. El director y guionista no se anda con medias tintas, como podemos comprobar en el discurso que hace el gran jefe mafioso a sus subalternos desde su cómoda hamaca al lado de la piscina: «Siempre habrá gente como nosotros, pero mientras no haya pruebas escritas, mientras en Proyectos Nacionales llevemos actividades legales, paguemos impuestos por ganancias legales, hagamos donaciones y organicemos rastrillos en iglesias… ganaremos la guerra. Siempre ha sido así.» Ya no estamos hablando sólo de drogas o prostitución, sino también de las máscaras que ocultan estas actividades delictivas.

En cierto momento del film el protagonista pregunta a uno de los matones más sanguinarios para qué sirve la piscina que se encuentra en el edificio de la organización y éste le explica que es para los jefes pero que, de vez en cuando, la abren para niños desfavorecidos por motivos benéficos. A continuación añade que una vez estuvo trabajando de salvavidas para esos niños y comenta sonriente cómo disfrutó del trabajo, lo cual nos hace pensar si ese joven de aspecto tan agradable no debería haberse dedicado a eso y no a matar gente.

Una de las virtudes que más me gusta de Fuller es que es un cineasta que va directo al grano. Sus películas podrán tener algunos defectos, pero la falta de ritmo nunca es uno de ellos. La forma como sintetiza todo lo que sucede en pocos minutos, mostrándonos solo los hechos más relevantes, hace que uno no pierda en ningún momento el interés. Lo que otro contaría en quince minutos, Fuller nos lo escupe en cinco y aún le sobra tiempo, pero sin precipitarse, simplemente centrándose en lo que importa y obviando el resto. Por ejemplo, de la estancia del protagonista en prisión durante varios años sólo vemos una escena en la celda en que pregunta por el hombre que busca, un par muy breves en que se ve cómo consigue trabajar en la enfermería de la cárcel para acercarse a él y finalmente la escena en que le arranca la confesión. Todo esto que representan varios años en la vida de Tolly, Fuller nos lo ha contado en cinco minutos.

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Aquí también queda patente su estilo tan visceral y descarnado, sin concesiones. El tipo de gente que retrata no tiene escrúpulos y él por lo tanto nos los retrata sin censuras en escenas como en la que un matón asesina fríamente a una encantadora niña.

Visualmente también se nutre de algunos recursos muy interesantes que enriquecen la obra con pequeños matices. Por ejemplo la protectora de Tolly, que vive rodeada de docenas de siniestros muñecos (y en un instante muy breve se nos insinúa que eso es debido a que no puede tener hijos), o el gesto que repite siempre el matón de la organización antes de asesinar a alguien: ponerse sus gafas de sol.

A Fuller no le hacían falta elevados presupuestos o actores reconocidos para llevar adelante una gran película, él sólo se las apañaba con esas limitaciones para hacer una obra vibrante en la que además pudiera mostrarnos la descarnada realidad de los bajos fondos.

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