A mediados de los 60, la veterana actriz Bette Davis vio relanzada su carrera gracias al gran éxito de la magistral Qué Fue de Baby Jane (1962), cuya terrorífica actuación demostró que seguía en forma para sus clásicos papeles de mujer perversa. A ésta le seguirían otras películas como la excelente y reivindicable Canción de Cuna para un Cadáver (1964) y A Merced del Odio.
Pese a ser una obra de la Hammer, el film no tiene nada que ver con sus otras producciones y resulta ser una obra de suspense elegante, contenida y de impecable factura.
Joey es un niño que ha pasado unos años internado en un centro psiquiátrico debido a su problemática conducta. A causa de un oscuro trauma del pasado relacionado con la muerte de su hermana pequeña, Joey tiene una personalidad muy difícil y conflictiva, especialmente con la anciana niñera de la casa, a la cual odia profundamente. Dicha niñera, que fue a su vez la niñera de su madre cuando era pequeña, soporta pacientemente todas las insolencias del joven Joey además de ayudar a su inestable madre Virginia a seguir adelante en un hogar con un hijo desequilibrado y un marido ausente por su negocio.
El resultado final resulta ampliamente satisfactorio al mantenerse el suspense y la tensión en todo momento pero sin recurrir a sobresaltos, simplemente basándose en la enrarecida atmósfera que impregna el hogar de los Fane. Gran parte de este mérito recae en los protagonistas: el niño Joey (no soy muy amigo de las actuaciones infantiles pero hace un trabajo admirable) y, claro está, Bette Davis como la entregada niñera. Durante la primera parte del film el odio irracional de Joey es tan fuerte que nos cuesta entender que la adorable niñera pueda soportar tantísimas humillaciones con esa remarcable paciencia, lo que nos hace desconfiar levemente de ella (además de que no podemos olvidar que ese personaje lo interpreta Bette Davis, que no suele ser recordada por sus papeles de adorable mártir). El que una situación tan extrema nos resulte creíble se consigue gracias a esas interpretaciones y a una eficaz descripción del entorno familiar: el padre severo harto de todo, la madre inestable, permisiva y deprimida y el niño problemático y consentido. Además, al no posicionarse el director con ninguno de los dos personajes se consigue que el espectador esté más a la expectativa sin saber del todo qué esperar de cada uno: la niñera puede causar cierta desconfianza pero no le vemos hacer nada sospechoso, y Joey se comporta de una forma tan odiosa que no sabemos si realmente está diciendo la verdad o si simplemente es un niño problemático.
También sirve de apoyo el personaje secundario de Bobbie, la adolescente vecina de Joey que será su confidente y nos servirá para conocer las inquietudes del niño – como curiosidad, señalar que Bobbie es interpretada por la actriz Pamela Franklin, quien sorprendentemente hacía solo 4 años que había coprotagonizado la soberbia Suspense de Jack Clayton interpretando a uno de los niños. Este personaje desempeña un papel crucial en uno de mis momentos favoritos del film. Ella cada mañana sale a la escalera de incendios porque, según dice, cada día pasa por esa calle su novio a verla. Cuando aparece dicho joven (al cual por supuesto no conoce), anuncia que éste «ahora fingirá que se ata los zapatos, como siempre«, y efectivamente lo hace. Entonces Joey dice consternado que está mirando debajo de su falda y por eso finge atarse los cordones. Su vecina responde que no es así pero notamos que sin duda ella también sabe que su relación con su novio imaginario se limita a este pequeño contacto visual.
Sobre aspectos técnicos, resaltar la excelente fotografia en blanco y negro que le da ese tono tétrico y elegante al mismo tiempo, sobre todo en las escenas nocturnas más tensas. Así mismo para mí la escena cumbre del film es cuando la niñera rememora el accidente en que murió la hermana de Joey, que se nos muestra utilizando un recurso muy inteligente que quizás no sea muy original pero funciona a la perfección y hace que el momento sea aún más tenso.
A Merced del Odio es por tanto la tercera película que completa el pequeño ciclo de films de suspense que protagonizó Bette Davies en los 60 y que le proporcionaron sus últimos grandes minutos de fama en su vejez.
Peli para ver en la cabaña.
¿Está usted diciendo señor mío que el resto de la producción de la Hammer no era contenida, elegante y de impecable factura?
Rayos y centellas para usted.
Ya tuvo que salir el fanático de la Hammer. ¡Centellas y rayos para usted también!
Por cierto, esta no la he visto. pero las pocas incursiones de la Davis en la productora fueron memorables, la otra cinta, El Aniversario dicen que está realmente bien.
Ésa ni me sonaba, pero tomo nota. Solo por ver a la Davis en su típico papel de siempre, ya me valdrá la pena.