Pasaporte a Pimlico [Passport to Pimlico] (1949) de Henry Cornelius

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Los Ealing Studios proporcionaron después de la II Guerra Mundial algunas de las mejores películas surgidas del Reino Unido. Sus míticas comedias destacaban por tener un aroma y ambientación típicamente británicas a partir del cual a menudo se desprendía cierto cinismo escondido bajo una coartada humorística. Estas comedias tan aparentemente inocentes muchas veces escondían en realidad una crítica bastante sarcástica de la vida y costumbres inglesas, tanto de las clases más acomodadas como de las más humildes.

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En el caso que nos ocupa, Pasaporte para Pimlico es una comedia que destaca por el original punto de partida: en un pequeño barrio de Londres se descubre accidentalmente un tesoro escondido bajo tierra perteneciente a un antiguo noble que vivía en esas tierras. Junto al tesoro descubren documentación que demuestra que esa zona no forma parte de Inglaterra sino que se considera parte de Borgoña. Es decir, ese pequeño barrio de Londres es un país independiente del resto de la ciudad.

A partir de aquí se suceden una serie de incidentes relacionados con el descubrimiento. Al ser considerado otro país, los comerciantes pueden vender sus productos sin los límites de las cartillas de racionamiento (recordemos que estamos en la posguerra), pero eso acaba provocando que el barrio se infeste de comerciantes y de londinenses que acuden allá a hacer sus compras. Cuando se cierran las fronteras y se restringe el paso a los vecinos, éstos reaccionan irrumpiendo en el metro y pidiendo los pasaportes para poder atravesar el país. Finalmente, el gobierno inglés, cansado de negociar en vano, les corta el suministro de agua confiando que así se rendirán, pero los vecinos no dudan en atravesar la frontera y volver a abrir la llave de paso del agua.

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Toda la película se basa en este divertido tira y afloja entre Inglaterra y Borgoña-Pimlico pero en mi opinión el resultado final, aún siendo realmente bueno, tampoco es especialmente memorable. Echo en falta fundamentalmente dos cosas: la primera es un poco más de mala leche (con un tema así entre manos podían haber creado situaciones mucho más ácidas), y la segunda y más importante es la poca profundización en los personajes. El único conflicto que nos muestra el film es el que existente entre las dos naciones, los habitantes de Pimlico apenas tienen una personalidad definida (más allá de los rasgos superficiales que les permiten crear algunos gags) y se nos muestran como un conjunto que piensa igual. No hay conflictos entre ellos y actúan siempre como un ‘todo’ cuando el argumento pide a gritos el mostrarnos también los conflictos que provoca esta situación entre los propios habitantes de Pimlico. Por ejemplo, apenas se saca jugo del Duque de Borgoña, el cual aparece y no aporta prácticamente nada a la acción. No es un personaje que busque sacar provecho de los generosos vecinos ni tampoco ha de hacer nada para ganarse su confianza, simplemente aparece y pasa a formar parte de ese ‘todo’ al que he aludido antes, lo cual es una pena puesto que uno esperaría que aportaría un nuevo conflicto.

Estos elementos creo que habrían hecho que Pasaporte para Pimlico fuera una obra aún más jugosa y divertida, pero no por ello cabe olvidar algunas de sus virtudes: aunque ningún actor sobresale especialmente todos están bastante bien en sus papeles (y reconozco que me ha encantado el pequeño detalle de que los dos actores que encarnan a los ministros sean los mismos que diez años atrás interpretaban a una cómica pareja de ingleses fanáticos del criquet en Alarma en el Expreso de Hitchcock); tiene bastantes detalles ingeniosos (como ese falso noticiario sobre la situación de Pimlico) y en general es amena y uno la ve con una sonrisa perenne.

Sin ser de las mejores obras de la Ealing, seguro que no decepcionará a los amantes del humor inglés.

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2 comentarios

  1. Quisiera saber qué otros filmes británicos entrarían en esta categoría, ya que estas comedias «corales» me encantan

    1. Si te refieres a películas de la Ealing de la época, las que conozco y te recomendaría son las más famosas: «El quinteto de la muerte» y «Oro en barras» son mis favoritas, pero también están «Whisky Galore» y «Ocho sentencias de muerte» con Alec Guinness interpretando magistralmente a ocho personajes distintos. Todas son de un estilo parecido a ésta, con el mismo humor y muchos personajes compartiendo protagonismo, así que si no las has visto estoy seguro de que te gustarán.

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