Cuando Fritz Lang emigró a Francia en 1933 huyendo de la Alemania nazi, a diferencia de muchos de sus compañeros que también se vieron obligados a abandonar el país él no se encontraba en una difícil situación económica. Era el director más importante y prestigioso de Alemania y cuando llegó a París le esperaba el productor Erich Pommer (con quien había colaborado a menudo) con un nuevo proyecto entre manos. Por supuesto la situación había cambiado radicalmente para él: ya no podía escoger con libertad lo que quería rodar, no contaba con los altos presupuestos de los que había gozado en la Ufa (productora en la que filmó sus películas más majestuosas) y además se veía obligado a trabajar por primera vez en más de 10 años sin su más estrecha colaboradora y guionista, su esposa Thea von Harbou (que permaneció en Alemania fiel al regimen nazi).
Aún así Lang no estaba como para quejarse, la mayoría de sus compañeros se encontraban en una situación bastante precaria intentando abrirse paso desde cero en la industria francesa o inglesa.
La única película que rodaría Lang en su breve estancia francesa sería toda una rareza, un film que no tenía nada que ver con todo lo que había hecho antes en Alemania. En realidad, Pommer tenía por entonces dos proyectos entre manos: una película de detectives y Liliom, los cuales quería ceder a los directores Fritz Lang y Max Öphuls. Teniendo en cuenta el tipo de films en que se había especializado Lang, lo más lógico habría sido darle a él el film de detectivesco, pero por algún extraño motivo Lang acabó encargándose de Liliom.
El guión de Liliom estaba basado en una OBRA TEATRAL y era un drama en que un simpático y mujeriego feriante (Liliom) acaba viviendo con una joven inocente (Julie) que le siguie amando pese a que su marido sea un buscavidas que la maltrata. Cuando Liliom muere tras un frustrado robo, en el cielo se le juzgará por sus pecados igual que era juzgado en la vida real en la comisaría donde acababa recalando continuamente.
En general Liliom me da la sensación de que es un film no demasiado memorable. La historia no es nada del otro mundo y la primera parte del film (la que se desarrolla antes de que aparezcan los elementos fantásticos) me deja bastante indiferente. Charles Boyer está magnífico como Liliom, es cierto (y eso que no es un actor que me guste) pero el carisma de su personaje es prácticamente lo único que puedo destacar junto algunos planos bastante buenos de Lang (los del tiovivo al inicio del film, el recurso de las pintadas amorosas en el banco para señalar el paso del tiempo, el siniestro afilador que pasa justo antes del crimen y que tiene un aura casi sobrenatural…).
El personaje de Julie es demasiado simple, una joven inocente que entrega su vida a un hombre que no cesa de maltratarla y al que ella se mantiene fiel en todo momento sin que sepamos por qué. Habría ayudado mucho el mostrarnos alguna escena en que se les viera a ellos dos en armonía para poder entender por qué sigue con él o, al menos, poder comprender su personaje.
Cuando Liliom muere e irrumpe de repente el elemento sobrenatural, el film cobra algo de interés. La puesta en escena del momento en que Liliom sube al cielo es magnífica y también resalto los dos guardianes que le escoltan, que me parecen aterradores tanto por su maquillaje como por su interpretación tan fría y estática.
Sin embargo, el film no acaba de despegar. La parte final en que se intenta que Liliom se redima no funciona y no me parece demasiado convincente, además de pecar de estar resuelta demasiado deprisa.


Cuando Fritz Lang emigró a Francia en 1933 huyendo de la Alemania nazi, a diferencia de muchos de sus compañeros que también se vieron obligados a abandonar el país él no se encontraba en una difícil situación económica. Era el director más importante y prestigioso de su país natal y cuando llegó a París le esperaba con un nuevo proyecto entre manos el productor Erich Pommer, quien había trabajado con éñ anteriormente. Por supuesto la situación había cambiado radicalmente: ya no podía escoger con libertad lo que quería rodar, no contaba con los altos presupuestos de los que había gozado en la UFA (el estudio en que filmó sus películas más majestuosas) y además se veía obligado a trabajar por primera vez en más de diez años sin su más estrecha colaboradora y guionista, su esposa Thea von Harbou, que permaneció en Alemania fiel al régimen nazi. Aún así Lang no estaba como para quejarse, ya que la mayoría de sus compañeros se encontraban en una situación bastante precaria intentando abrirse paso desde cero en las industrias de otros países.
La única película que rodaría Lang en su breve estancia francesa sería toda una rareza, un film que no tenía nada que ver con todo lo que había hecho antes en Alemania ni con lo que haría después en los Estados Unidos. En realidad, Pommer tenía por entonces dos proyectos entre manos: una película de detectives y Liliom, los cuales quería ceder a los directores Fritz Lang y Max Öphuls. Teniendo en cuenta el tipo de films en que se había especializado Lang, lo más lógico habría sido darle a él el film de detectivesco dejando a Öphuls el otro proyecto, pero por algún extraño motivo Lang acabó encargándose de Liliom.

El guión de Liliom estaba basado en un drama teatral en que un simpático y mujeriego feriante (Liliom) acaba viviendo con una joven inocente (Julie) que le sigue amando pese a que su marido sea un buscavidas que la maltrata. Cuando Liliom muere tras un frustrado robo, en el cielo se le juzgará por sus pecados igual que era juzgado en la vida real en la comisaría donde acababa recalando continuamente.
En general Liliom me da la sensación de ser un film no excesivamente memorable. La historia no es nada del otro mundo hasta llegar a la muerte de él y la primera parte del film, la que se desarrolla antes de que aparezcan los elementos fantásticos, me deja bastante indiferente. Charles Boyer está magnífico como Liliom, es cierto (y eso que no es un actor que me guste, pero el papel le pega mucho) pero el carisma de su personaje es prácticamente lo único que puedo destacar junto algunos planos bastante buenos de Lang: los del tiovivo al inicio del film, el recurso de las pintadas amorosas en el banco para señalar el paso del tiempo, el siniestro afilador que pasa justo antes del crimen y que tiene un aura casi sobrenatural, etc.
El personaje de Julie a cambio es demasiado simple, una joven inocente que entrega su vida a un hombre que no cesa de maltratarla y al que ella se mantiene fiel en todo momento sin que sepamos por qué. Habría ayudado mucho el mostrarnos alguna escena en que se les viera a ellos dos en armonía para poder entender por qué sigue con él o, al menos, poder comprender su personaje. En consecuencia, durante buena parte de la película somos testigos de un dramón bastante simple que carece de elementos destacables y que quizás habría convenido aligerar un poco en beneficio de la segunda parte, que es mucho más interesante.

Cuando Liliom muere e irrumpe el elemento sobrenatural, el film cobra algo de interés. La puesta en escena del momento en que Liliom sube al cielo es magnífica y también cabe resaltar los dos guardianes que le escoltan, que me parecen aterradores tanto por su maquillaje como por su interpretación tan fría y estática.
Sin embargo, aunque aquí el film consigue remontar el vuelo respecto a la primera parte, no despega del todo para mi gusto. La parte final aporta un nuevo elemento dramático: el intento de que Liliom sea consciente de sus pecados y se pueda redimir. Desgraciadamente su regreso a la Tierra me da la sensación de estar resuelto de forma demasiado precipitada y el final tampoco me parece convincente.
No es una mala película y se salva de la mediocridad por la forma como se juega en la segunda parte con los elementos fantásticos, pero éstos resultan interesantes más por la dirección y la excelente puesta en escena de Fritz Lang que por su implicación en el argumento. Curiosamente (o quizás no tanto, porque los grandes cineastas solían ser muy caprichosos en estas cuestiones) Lang la consideraba una de sus mejores películas y le tenía un cariño especial. Yo sinceramente no puedo dejar de considerarla una película interesante pero inevitablemente menor.

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