En su momento ya hablé por aquí de Tomotaka Tasaka, un director japonés del que tengo muy pocas referencias pero del que vi un par de películas bastante interesantes como A Slope in the Sun (Hi No Ataru Sakamichi, 1958) o A Carpenter and Children (Chiisakobe, 1962), que me llamaban la atención entre otras cosas por su larga duración para los temas que tratan. Siguiendo con esta especie de ciclo de películas largas que hizo a finales de los años 50 y principios de los 60 me he animado ahora con Run, Genta, Run! (Hadakakko, 1961), que dentro de lo que cabe dura unas asequibles dos horas y media pero que, no obstante, vistas desde fuera siguen pareciendo algo excesivas para lo que nos cuenta.
Porque básicamente el filme no tiene un conflicto principal claro, sino que se centra en las pequeñas desventuras que protagoniza Genta, un niño criado en un pueblo en los años de la posguerra. Éste vive con su madre viuda y sus dos tíos, y en el colegio destaca por su carisma, fuerza de voluntad y su valentía, algo que vemos ya al inicio cuando se enfrenta a un trabajador de la perrera que quiere llevarse el can de un compañero de clase enfermo y consigue liberar al animal. Su profesora Akiko, que presencia el acto, fingirá reprenderle, pero enseguida descubrimos que está de parte del niño ya que le tiene mucha estima.
En el clásico libro de Donald Richie que repasa la historia del cine japonés, éste comentaba que cuando se importaron a occidente las primeras películas provenientes de Japón hacia los años 30 uno de los rasgos que más llamaba la atención de ellas era la forma que tenían de mezclar sin ningún tipo de inhibición drama y comedia. Esto no es algo exclusivo de oriente, obviamente, pero lo que llamaba la atención es que esa combinación se realizaba de una forma diferente, en que se pasaba de una forma demasiado repentina (a ojos occidentales de aquella época, insisto) de una secuencia cómica a veces incluso algo boba a otra dramática desinhibidamente lacrimógena o trágica. Viendo Run, Genta, Run! me vino esa idea a la cabeza pero en otro sentido, ya que el rasgo que encuentro más curioso es que tiene la forma de una película abiertamente comercial sobre niños (en Japón los filmes de niños eran una obsesión desde la era muda que siempre funcionaban muy bien en taquilla) pero con un contenido a veces muy dramático.
Eso se ve claramente en una de las primeras escenas en que los niños escriben una redacción sobre sus casas y vamos viendo en imágenes la situación de cada uno. La música y el tono mantienen ese aire de candidez infantil aunque ya intuimos que viven en familias con problemas económicos. Pero hay un momento que resulta chocantemente crudo y nos pilla por sorpresa en que una niña, cuya hermana se ha casado con un oficial americano, es insultada por el resto de compañeros acusándola de ser la hermana de una prostituta. No se vuelve a incidir más en eso y al final el enfrentamiento de la niña con los otros muchachos parece más una excusa para que nuestro valiente Genta la ayude a salir del paso, pero ahí queda eso. La película está repleta de pequeños detalles así.
Más adelante dos niños llegan tarde a clase porque el día anterior les pilló la lluvia y, como solo tienen una prenda de ropa, tuvieron que esperar a que se secara para poder ponérsela. Pero lo interesante es que el filme muestra estos detalles de una forma que podríamos decir casi desinhibida. Al igual que los niños de la mítica Los Niños del Paraíso (Hachi no su no kodomotachi, 1948) de Hiroshi Shimizu, los protagonistas de Run, Genta, Run! discuten sobre sus problemas sin darle la gravedad que nosotros entenderíamos que merecen. Son significativas las numerosas charlas en que Genta y su madre hablan sobre el padre del niño, muerto en la guerra, que están exentas de dramatismo y más bien da la impresión de que es algo que ambos han asimilado ya como un hecho sucedido sin más.
Vuelvo a insistir en lo que dije sobre A Slope in the Sun: éste es un filme de vocación claramente comercial, y no lo digo en el sentido peyorativo, sino porque eso hace que sea tan llamativo cómo Tasaka introduce estas cuestiones entre líneas manteniendo al mismo tiempo el tono de simpático drama infantil. La película contiene además pequeños detalles que directamente ni se mencionan explícitamente pero que resultan de importancia, como esos aviones sobrevolando continuamente sobre el pueblo, que nos recuerdan que se encuentran todavía en los años de la ocupación militar americana. Otros, como una más que posible relación ilícita de la madre con un hombre al que el chico llama «jefe», se hacen más obvias pero no llegan a concretarse.
Sin embargo, de las tres películas que he visto de Tasaka ésta es la que me ha parecido menos satisfactoria, quizá porque no simpatizo tanto con este género de filmes. Porque aunque contiene estos detalles que la hacen tan interesantes y algunos toques de dirección bastante llamativos (me gustan mucho los planos de banderas de las carreras infantiles del final o la cámara abriéndose paso entre los decorados de una festividad a la que acude Genta), en el fondo nunca se aparta de lo que es: una tragicomedia infantil con un protagonista que se erige de forma casi arrogante como centro absoluto del filme. Todos adoran a Genta, tanto adultos como niños, y digamos que, aunque entiendo el carisma que emana, tampoco he conseguido participar de esa adoración que se le profesa. Además, la película cuenta con algunas escenas innecesariamente largas, que acaban siendo demasiado instructivas en el peor sentido del término. Tenemos una clase casi en tiempo real sobre las bondades de la UNESCO en que los alumnos (y quién sabe, quizá algún espectador también) descubren que las guerras son algo malo y que los niños de todo el mundo en realidad tienen mucho en común entre sí. Más adelante hay un debate entre niños y adultos en que los chavales previsiblemente ponen en evidencia a un arrogante hombre poderoso demostrando cómo está corrompiendo a la gente con su negocio (una pista de carreras de bicicletas, algo que parece tan inocente y saludable pero que lleva a muchos padres de familia a dejarse dinero en apuestas).
Son el tipo de situaciones que solo pueden funcionar en una película infantil, y que hacen que todavía ahora, repensando tiempo después en lo que acabo de ver, no consiga tener del todo claro cómo debo entender una propuesta como Run, Genta, Run! En realidad es bastante sencillo, entiendo que es una película de vocación comercial con una mezcla de códigos a los que yo no estoy acostumbrado pero que al público japonés de la época le debería parecer sin duda que funcionaban de forma normal. En mi caso me siento un poco como esos primeros espectadores occidentales de los años 30 algo confusos ante esas películas niponas que mezclaban de una forma que se le hacía tan extraña comedia y drama. Aprecio la sutileza con que Tasaka introduce esos elementos que inciden en el duro contexto de los protagonistas y aprecio la forma como dirige algunas secuencias (la escena de la madre de Genta gravemente enferma es muy emotiva y con una combinación de planos maravillosa a nivel de montaje), pero no acabo de apreciar la forma como eso encaja con los elementos más propios de un simpático drama infantil y me da una impresión algo desigual en conjunto.
Esa afición que tiene usted `por las películas largas ya le digo que no es la mía. De hecho a mí ver en la descripción que dura los mínimos 72 minutos es uno de los más poderosos estímulos que me conducen a ella.
Pero también es verdad que en el cine japonés pasa, como dices en tu entrada sobre A slope in the sun, que el tiempo funciona de otra forma y que si uno no se fija a veces es imposible recordar si una peli era larga o corta.
En cualquier caso me apunto para ver esa otra en vez de esta de este director que tengo inédito confiando en su siempre buen criterio.
Un saludo!
Pues fíjate que casualmente ayer comentaba lo mismo con un amigo. Lo que me atrae no son las películas largas porque sí, de hecho odio los films que duran más de lo que toca y la tendencia actual a que todo tenga que durar más de 2 horas (bendito Kaurismäki haciendo filmes de 1 hora o hora y cuarto en plenos 90). Más bien me interesan cada vez más los filmes que usan de alguna forma interesante o creativa el prolongar el tiempo. Otra cosa es que acabe funcionando o no, claro, pero es una idea que me parece sumamente interesante. Y obviamente no va en detrimento de apreciar la concisión y brevedad. Echo en falta que el estándar de duración sea de 90 minutos como sucedía más en el Hollywood clásico, y cualquier film actual que tire por esa duración tiene ya de entrada mi simpatía.
En el caso de Tasaka a ver que te parece A Slope in the Sun.
Un saludo!