A estas alturas el tema de la mafia se ha explotado tanto en el mundo del cine que, aun siendo un tema innegablemente interesante, ha llegado un punto en que a mí personalmente a veces me da pereza. Es por ello que resulta especialmente interesante remontarse a las primeras obras que trataron un sujeto tan controvertido, aquellas que aún no estaban contaminadas por todo el imaginario popular cinéfilo sobre dicha temática. Un ejemplo paradigmático es el tercer filme del actor, guionista y director Pietro Germi, En Nombre de la Ley (In Nomme della Legge, 1949), considerada como la primera película italiana que trataba abiertamente dicha temática (una afirmación que no me atrevo a hacer mía, puesto que si algo me ha demostrado la experiencia es que seguramente haya algún precedente hoy día olvidado; pero sí que quizá podríamos decir que es el primer caso conocido y de ámbito popular).
El protagonista es un joven juez, Guido Schiavi, que llega a un pueblo siciliano donde la anterior persona a su cargo ha decidido pedir el traslado por verse incapaz de imponer la ley allá. Nada más llegar Guido se encuentra con un clima abiertamente hostil: multitud de casos acumulados en los registros, crímenes de los que nadie aparenta saber nada por miedo a las represalias y, sobre todo, el control de un cacique local mafioso, quien imparte justicia a su antojo. Guido deberá enfrentarse a dicho cacique, Turi Passalacqua, así como al barón Lo Vasto, que se niega a reabrir unas minas que dieron trabajo a la mayor parte del pueblo, y cuya clausura ha llevado a la población a una situación de empobrecimiento.
Para mí En Nombre de la Ley es un filme que se sustenta en dos grandes alicientes. El primero, como cité al principio, es ese retrato de la mafia basado en la visión que se tenía en la Italia de la época y no en el que ha perdurado hoy día en el imaginario popular. Germi nos muestra a un clan de caciques que imparte la justicia por su cuenta liderados por un carismático Charles Vanel y quienes se basan en la premisa de que en ese pueblo perdido de la mano de Dios nunca llega la justicia «oficial». Lo interesante de estos personajes es el énfasis que ponen en que siguen un código de justicia propio, más que ser mostrados como una banda de asesinos que se dedican a extorsionar al pueblo. Aun cuando nosotros sabemos que están más cerca del segundo caso que del primero, me resultan muy interesantes las escenas en que interactúan el cacique Turi y Guido por la forma como el primero intenta congraciarse con el juez y hacerle ver su punto de vista. De hecho, aunque sabemos que quien tiene la razón es el segundo sin ningún lugar a dudas, debo reconocer que en esos diálogos no puedo evitar sentir algo más de simpatía por ese conciliador Turi (por mucho que sepa que sus argumentos son pura hipocresía) que por ese juez duro, implacable y antipático, aun cuando tenga sus motivos para mostrarse así.
Sin ser un filme que yo calificaría como neorrealista, es innegable que su segundo gran aliciente es esa ambientación tan fidedigna de ese pequeño pueblo siciliano y sus gentes. Esos rostros que parecen tan auténticos y cuya expresión de desconfianza hacia un extraño como Guido ha conseguido captar tan bien el director. De hecho el guion – coescrito entre otros por un tal Federico Fellini – plasma muy bien una idea fundamental, que es ese clima asfixiante que les lleva a mantener esa tiranía de la mafia por miedo a represalias o ser visto por los vecinos como chivatos. Es una situación que les perjudica a ellos mismos más que a nadie, pero que prefieren mantener antes que rebelarse contra ello. Y aunque obviamente ese contexto nos quede muy lejano, es una manera de pensar y proceder que sigo viendo muy presente en determinadas situaciones actuales, especialmente en esas corteses hipocresías de aquellos personajes que se van poniendo de parte de Guido o renegando de él según el avance de los acontecimientos. Esta forma de plasmar la manera de proceder de las personas, que nos puede resulta tan perfectamente reconocible, hace que en su tema de base el filme siga siendo plenamente vigente.
Tengo la impresión de que En Nombre de la Ley es una de esas obras que en realidad contiene dos películas que circulan en paralelo: por un lado, la más interesante que hace un magnífico retrato de ese ambiente siciliano y la sensación de opresión que sufren los personajes principales, por otro lado, una historia más convencional y fácilmente previsible. La primera se manifiesta en esa ambientación casi de western y en la crudeza de algunas de sus imágenes (la escena del asesinato y robo inicial con que se inicia la cinta, la imagen del hombre moribundo en su casa rodeado de gente que le mira en un tenebroso silencio, la brutal historia del mafioso que convence a su amante para que le deje casarse con su hija aún menor de edad).
La segunda se entreve en esa banda sonora genérica que enfatiza los momentos dramáticos y en una trama que no aporta muchas sorpresas y se apoya en algunos personajes demasiado esquemáticos: el juez tan justo y seguro de si mismo que no resulta nada creíble, la previsible hipocresía y cobardía del barón y el romance no muy bien definido entre el juez y la baronesa. Es quizá por ello que el personaje del jefe mafioso resulta algo más atractivo. No solo lo encarna el mejor actor del reparto con diferencia, sino que presenta algunos matices que le dotan de interés, como puede verse en la escena en que decide con su banda si aniquilar a un joven acusado de haber ayudado al juez. El propio Turi se muestra en contra, argumentando que el acusado es demasiado joven como para ser consciente de sus actos y se inclina a perdonarlo. Cuando otro hombre insiste en ello por un interés personal desconocido por el resto (ambos pretenden a la misma chica), la sentencia de Turi será primero verificar si la acusación es cierta antes de actuar.
El elemento que quizá choca más del filme es su extraño desenlace, que parece una especie de compromiso entre esas dos películas que circulan en paralelo. No nos ofrece un final feliz en que Guido haya acabado con un entramado tan complejo y enraizado en las costumbres del pueblo como es la mafia, eso resultaría demasiado poco creíble. De hecho, muchos de los problemas que enuncia la película no parecen tener una solución definitiva al final. Pero a cambio, la parte más convencional de la trama no puede dejarnos con un desenlace tan amargo y nos ofrece una resolución sustentada en la idea de que la mafia se basa, al fin y al cabo, en un sistema de honor propio… discutible pero que busca ser justo al fin y al cabo.
Vista hoy día esa resolución parece tan poco creíble como un final feliz más convencional, pero al menos le permite a Germi mantener la idea de que el sistema de opresión creado por la mafia no puede eliminarse así como así. Es ciertamente un desenlace imperfecto pero que tampoco deja un mal sabor de boca para una película más que notable.
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Hola doctor! Me parece muy interesante el planteamiento que destacas en la película. Todavía no la he visto, aunque la tengo en agenda. Pietro Germi aparece frecuentemente en una segunda línea de realizadores italianos en este periodo, pero tiene algunas películas que me encantan, todas ellas en un contexto costumbrista bastante cruel con los ondividuos y las sociedades retratadas. No sólo la que probablemente es más conocida, «Divorcio a la italiana». También son muy interesantes obras como «Un maldito embrollo» (mi favorita), «Seducida y abandonada» o «Señoras y señores»
Hola Joan.
Pietro Germi era una laguna que arrastré durante mucho tiempo con la excepción de El Ferroviario, la primera película que vi suya hace ya años, con él mismo de protagonista. Me gustó pero no me animó a seguir indagando. No obstante como con el tiempo se le menciona cada vez más en círculos cinéfilos vi Señoras y Señores y sí que me llevé una grata sorpresa.
En ese sentido me llevas ventaja porque creo que has visto más suyas que yo. Divorcio a la italiana no me gustó tanto como esperaba, pero las otras que dices las tengo ya localizadas y pendientes de un futuro visionado. Les tengo muchas ganas, y más sabiendo que una de ellas es tu predilecta.
La que comento aquí es muy interesante, más neorrealista, seguro que te resulta interesante. La otra que vi suya, El camino de la esperanza, también sigue por este camino y es notable.
Un saludo.
No creas, he visto las que te menciono más El Ferroviario (en la que coincido que es menos interesante). Pero si te gustó Señoras y Señores, creo que te gustarán las otras dos. Ya nos contarás! Saludos