El Héroe Anda Suelto [Targets] (1968) de Peter Bogdanovich

Creo que sería justo considerar El Héroe Anda Suelto (Target, 1968) como el debut de Peter Bogdanovich como director, sin contar su participación en una producción de serie B muy barata hecha con material de una película rusa de ciencia ficción y a la que se dio el prometedor título de Viaje al Planeta de las Mujeres Prehistóricas (Voyage to the Planet of Prehistoric Women, 1968). Y aunque es un filme hoy día bastante bien considerado, mi impresión es de que se trata una película un tanto extraña a causa de las circunstancias en que surgió, que tienen que ver sobre todo con el modus operandi de su productor Roger Corman.

Se le pueden achacar muchas cosas a Corman, pero es innegable que su productora era el sitio ideal para todo aspirante a cineasta con ganas de coger experiencia. Francis Ford Coppola siempre habló muy bien de lo mucho que aprendió allá tras la decepción que le supuso la UCLA, donde estudió cine. Con Corman casi seguro acababas participando en producciones muy baratas de resultados dudosos, pero a cambio aprendías en tiempo récord todo lo que necesitabas saber sobre la parte más práctica del negocio. Y no dudaba en dar oportunidades a jóvenes aspirantes siempre que éstos le hicieran una propuesta que le encajara. En el caso de Coppola, mientras trabajaba de asistente de Corman para Rivales pero Amigos (The Young Racers, 1963) en Europa le propuso dirigir una película aprovechando los recursos que tenían allá. Corman aceptó siempre que la rodara en pocos días e incluyera bastantes asesinatos. Coppola escribió el guion en tres días y filmó lo que sería Dementia 13 (1963) en un tiempo récord. Corman había sacado dos películas casi por el precio de una, Coppola su primer proyecto como director.

El caso de Bogdanovich era muy similar. En este caso el encargo surgió de una circunstancia casual: el célebre actor de terror Boris Karloff había firmado un acuerdo de unos pocos días con la productora de Corman a cambio de que el productor le pagara una cantidad de dinero que le debía de un proyecto anterior. La misión de Bogdanovich era aprovechar a Karloff filmando suficiente metraje para poder incluirle en una película que temáticamente tendría que ir en la línea de lo que solía producir Corman. Teniendo eso en cuenta, no creo que sea justo achacar a El Héroe Anda Suelto que sea un filme desigual, más bien al contrario, convendría remarcarse lo bueno que es el resultado final dadas las circunstancias en que se produjo.

El filme en realidad sigue dos historias que discurren de forma totalmente independiente hasta el final. La primera tiene como protagonista a Byron Orlok, un célebre actor de terror ya envejecido que decide retirarse del cine. No obstante, su secretaria le convence para que cumpla un último compromiso: aparecer como invitado en una proyección de una de sus últimas películas en un cine drive-in. En paralelo conocemos a Bobby Thompson, un joven casado y con una vida aparentemente normal muy aficionado a las armas. Una mañana repentinamente dispara a su mujer y su madre y, tras dejar una nota a la policía, se marcha a cometer más tiroteos con todo su arsenal de armas.

Incluso aunque uno no conociera la personalidad de Bogdanovich, creo que resulta obvio que de las dos historias la que le interesa más al director es la del envejecido Byron Orlok, que es un trasunto bastante obvio del propio Boris Karloff. De hecho el segmento está repleto de guiños cinematográficos que vistos hoy día podrían parecernos incluso demasiado obvios: el apellido Orlok que remite a Nosferatu (1922), un televisor mencionando la emisión de Anatomía de un Asesinato (Anatomy of a Murder, 1959), la aparición en un plano de un libro de Jean Renoir o la escena en que los protagonistas ven por televisión un papel de juventud de Karloff, El Código Criminal (The Criminal Code, 1931) de Howard Hawks. Ninguno de esos detalles tiene nada de malo, pero a veces tengo la impresión de que Bogdanovich se esfuerza demasiado por transmitirnos su cinefilia. No basta con añadir una escena de El Código Criminal, sino que vemos al personaje interpretado por el propio Bogdanovich mandando callar a Orlok para que no le interrumpa y luego habla sobre como ya no se filman películas como antes. No obstante es de justicia reconocer que esta era la primera película de Bogdanovich y que es lógico que, como apasionado cinéfilo que era, estuviera deseando dar muestras de ello a todo el mundo. En obras posteriores conseguiría canalizar esos homenajes cinéfilos de una forma más sutil, más en el tono de sus películas que a través de guiños tan directos.

A cambio sí que tengo otras objeciones menos excusables con este segmento de la película, principalmente en lo que se refiere a los personajes principales. No me da la impresión de que Bogdanovich profundice demasiado en ellos, y aunque entendemos el agotamiento que siente Orlok y nos resulta simpático, nunca llego a tener la sensación de que sea una persona que haya conocido a fondo. Por otro lado el personaje del joven director de cine, interpretado por el propio Bogdanovich, directamente no me gusta ni como personaje ni por cómo está interpretado. Se intuyen ciertos choques y afinidades entre los personajes pero todos son tan respetuosos entre si que nunca llega a surgir ninguna química especial entre ellos. Quizá es por el poco tiempo que tuvo Bogdanovich para desarrollar el guion, o quizá es por el enorme respeto que sentía hacia Karloff, que le hizo desarrollar la historia desde una distancia respetuosa (aún más acrecentada por cierto por el hecho de que el actor se encontraba muy enfermo y por tanto limitado en sus capacidades).

La historia de Bobby a cambio creo que tiene más alicientes a los que agarrarme, aun cuando no tengo ninguna duda de que Bogdanovich hubiera preferido centrarse en la otra subtrama. Aquí el director nos muestra a un joven situado en un contexto idílico, la representación del sueño americano con esa familia modélica, una bonita esposa y una casa con jardín. Lo interesante es cómo aquí también muestra todo ello desde cierto distanciamiento pero que funciona mejor porque transmite el que suponemos que debe ser el conflicto del personaje: su incapacidad para integrarse plenamente en ese mundo, el estar comportándose como un marido e hijo irreprochables cuando por dentro hay algo que no encaja. Y sobre todo cómo esa pasión por las armas puede pasar de un día para otro de una afición (teóricamente) inofensiva a convertirse en un peligro para la sociedad, un problema que como sabemos sigue siendo más que vigente hoy día en Estados Unidos (de hecho el personaje de Bobby está inspirado en un francotirador real de la época).

Resultan escalofriantes en ese aspecto las escenas de los tiroteos por la absoluta frialdad con que Bobby los acomete, sobre todo por la forma tan súbita como mata a su propia familia o la minuciosa planificación con que dispara a los conductores de una autopista – fíjense en el detalle de cómo se ha traído un refresco y un bocadillo, como quien se va a hacer una inocente excursión y se lleva un refrigerio para disfrutar más de la experiencia. Todo ello nos conduce a la escena final en que todos los implicados se encuentran en el drive-in donde se proyecta una película de Orlok, que de hecho es uno de los filmes que Karloff había hecho para Corman, El Terror (The Terror, 1963).

De nuevo en esta escena Bogdanovich no se resiste a dar a entrever su cinefilia, introduciéndose en la sala de proyección y mostrando con detalle todo el proceso técnico que hace posible el milagro del cine. Quizá algunos de esos planos no vengan muy a cuento, pero se nota que hay tal genuina fascinación por parte del director hacia lo que está mostrando que a mí no me supone un problema. A cambio la escena del tiroteo en el drive-in creo que no explota del todo su potencial de suspense y que resulta poco creíble la intervención de Orlok, pero a cambio aquí Bogdanovich nos ofrece el mayor hallazgo del filme: cuando Bobby se ve confrontado por dos Orlok dirigiéndose a él, el que está en la pantalla y el de carne y hueso.

Se ha comentado a menudo que la idea tras El Héroe Anda Suelto (por cierto, ¿a qué viene ese título en castellano?) es de hecho confrontar el terror de ficción que vemos en las películas, representado por Orlok, con el terror real al que debemos enfrentarnos en la vida real, representado por Bobby. La idea es interesante, pero no obstante creo que podría habérsele sacado más partido. El resultado final es bastante interesante, y más dadas las circunstancias de producción, pero desde luego el salto cualitativo que daría Bogdanovich en sus siguientes largometrajes sería enorme. A cambio, su debut es un filme irresistible para cinéfilos que además nos permite disfrutar al gran Boris Karloff en su último gran papel. La mejor escena de todas de hecho es una en que su personaje relata una pequeña historia de terror. Para demostrar cómo Karloff aun seguía siendo un gran intérprete pese a su avanzada edad, Bogdanovich lo filma durante más de un minuto sin cortes, dejando que éste se luzca. Detalles como éste creo que dicen mucho más de la cinefilia y el respeto de Bogdanovich hacia esas viejas glorias que los guiños cinematográficos que incluyó en la película.


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4 comentarios

  1. Ay, a mí me encanta esta película, casi debut, de Bogdanovich. Sé que te parece que el enfrentamiento entre dos tipos de terror (dos tipos de monstruos) está tan solo esbozado; sin embargo, a mí me parece bien resuelto.
    En su día escribí que, por una parte, estaba «el viejo actor que protagonizaba a los monstruos del pasado, un terror inocente, donde se sabía perfectamente de dónde venía el mal. Esos monstruos a los que se tomaba cariño porque también reflejaban indefensión, soledad, así como su condición de seres marginales… Las pesadillas iban al terreno de la imaginación: vampiros, momias, Frankenstein, malvados asesinos pero con cara de asesinos, fantasmas de la ópera, hombres menguantes y otros invisibles… Y por la otra un tipo de terror más escurridizo, más real e irracional, porque Bobby Thompson es un joven de clase media americana con toda su vida solucionada, aparentemente normal y dentro del estilo de vida americano, del sueño americano».
    Jajajaja, no sé, quizá tengo debilidad por las películas de Bogdanovich (creo que en una de las películas que más he llorado de la risa es con ¡Qué ruina de función!), lo reconozco. Sé que es un casi debut con imperfecciones, pero la disfruto mucho cada vez que la veo. Me parece que aborda el tema de los monstruos de una manera original.

    Beso
    Hildy

    1. Hola Hildy,

      En general creo que es una película más apreciada de lo que deja trasluscir mi reseña, al menos en los entornos cinéfilos que me muevo, pero insisto, me sigue pareciendo notable. A veces hay filmes que, aunque notamos que tienen ciertas imperfecciones, nos tocan alguna fibra especial y se las perdonamos… en unas semanas pondré aquí un ejemplo de una película con un guion que es un disparate pero a mí no puedo evitar que me cale muy hondo.

      La idea que expones es magnífica, y de hecho he acudido a tu post original a leer sobre ella. La sintetizas perfectamente, pero creo que la expones mejor de lo que realmente da a entender Bogdanovich en el filme, jajaja.

      Yo no soy un gran admirador suyo pero sí que sus grandes películas de los 70 me gustan mucho. Y Qué ruina de función es hilarante. La vi de joven en la televisión y me encantó, pero tardé tiempo en saber qué película era porque no recordaba el título o director.

      Un abrazo.

  2. A veces reflexiono sobre si debo sumar o restar valor a las pelis que veo por la facilidad con la que las olvido. Lo comento porque últimamente estoy picoteando en la filmografía de Bogdanovich, y de pronto me encontré con esta peli y, cuando leo la sinopsis para ver de qué va, me doy cuenta de que la he visto hace no mucho, dos años máximo. Es curioso porque recordé a la vez que la peli me pareció muy interesante por lo que dice Hildy, pero poco debió llegarme porque a los dos años, como digo, se me había olvidado completamente.
    Ahora leo la reseña del Doctor y se me vienen las cosas de nuevo a la cabeza… Hay algo en el cine de Bogdanovich que hace que, por buenas o divertidas que sean sus pelis, siempre quede un poso de artificiosidad… No sé, es como si le salieran muy bien (o regular) recetas muy exquisitas que se nota demasiado que no son suyas, y que cocina con la vitro cuando requieren fuego del bueno. En todo caso le debemos mucho a este hombre, y hay que estarle muy agradecido por lo que ha hecho en y por el cine.

    Saludos!

    1. Hola Manuel,

      Esos olvidos absolutos de películas que hemos visto los tenemos todos. Es el precio a pagar por ver tantísimo cine. No creo que sea siempre necesariamente demérito del filme, a veces también depende de las circunstancias del visionado o que en tu cabeza mezclas la película con otra en el recuerdo. Hace poco me pasó con Get Carter (1971), que la vi casi como si fuera la primera vez porque no recordaba nada, pero fue curioso como iban reapareciendo algunos flashes en mi memoria a medida que avanzaba el visionado.

      Como le comentaba a Hildy, no soy fanático de Bogdanovich pero me gustan mucho sus grandes películas de los 70. Hace poco revisioné La última película con miedo a que se me cayera en el recuerdo y en realidad me subió puntos, y ya la tenía en muy alta estima. No había percibido eso que dices de artificiosidad, ¿quizá es porque es un cineasta que más que tener un estilo propio bebe muy directamente de sus referentes? En todo caso durante años le funcionó perfectamente.

      Luego como sabemos su carrera se vino abajo pero a cambio resurgió en su faceta de divulgador del Hollywood clásico, por la que le estaremos eternamente agradecidos. Sus libros de entrevistas especialmente son apasionantes y denotan lo muchísimo que conocía a esos directores, quizá más que ellos mismos.

      Un saludo.

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