El Dinero se trata muy probablemente de la gran película francesa de los años 20 junto al Napoleón (1927) de Abel Gance. Para hacer esta adaptación de la novela de Émile Zola, el cineasta Marcel L’Herbier se embarcó en una ambiciosa producción que contaba con actores de otros países (como Briggite Helm y Alfred Abel, que provenían de Alemania y por entonces eran recordados sobre todo por su participación en Metrópolis) y un presupuesto que le permitió recrearse en su elaboradísima puesta en escena.
El protagonista es el ambicioso banquero Nicolas Saccard, que para sacar adelante su banco de su precaria situación económica cierra un trato con Jacques Hamelin, un joven ingeniero que quiere viajar a una isla de Centroamérica en la que halló petróleo. Como Hamelin insiste en hacer el viaje en avión él solo, Saccard utiliza esa hazaña como estrategia publicitaria para atraer inversores y, en ausencia del ingeniero, aprovecha para intentar seducir a su mujer Line. Paralelamente, el banquero Gundermann vigila de cerca los pasos de Saccard y realiza sus jugadas en la sombra para extraer su parte de beneficio.
Si hay algo que llama poderosamente la atención de El Dinero en un primer visionado es su impresionante factura visual. Y es que si el cine mudo en general destacaba en sus mejores obras por ser capaz de transmitir tanto solo con imágenes, en el caso que nos ocupa el film llega aún más lejos gracias a la pericia de L’Herbier, un cineasta que tenía sobrados conocimientos del medio y que había hecho previamente cine vanguardista. Esta formación es lo que le permite llevar a cabo esta espectacular puesta en escena impresionista tan atractiva visualmente, desde los escenarios de tipo art déco a una vibrante realización con multitud de travellings y encuadres muy llamativos.
En cierto sentido es como si L’Herbier hubiera decidido utilizar todos los logros del cine mudo vanguardista (la libertad expresiva, los encuadres más arriesgados y chocantes, el montaje frenético) y los hubiera utilizado al servicio de una narración convencional para dotarla de mayor riqueza expresiva.
En sus casi 3 horas de duración, El Dinero es una película que no se hace demasiado larga aunque ello no quita que sea bastante densa. La multitud de personajes, la ausencia de un claro protagonista en que apoyarse y la complejidad de la trama contribuyen a ello. También tiene que ver la forma de plantear la historia, por ejemplo el inicio puede resultar algo confuso por la yuxtaposición de diversos personajes que aún no sabemos qué relación tendrán entre ellos. Es una forma muy moderna de empezar la película, evitando la clásica presentación individual de cada uno para luego ir posteriormente trazando la trama. En lugar de ello, L’Herbier nos sumerge directamente en mitad del conflicto y deja que vayamos uniendo las piezas poco a poco.
Sin embargo, esto no debería echar atrás a los cinéfilos, puesto que El Dinero supone en sí mismo un festín para todos los amantes del cine mudo, para los cuales se trata de una película de obligado visionado. Casi podría considerarse como la gran despedida al cine mudo de la cinematografía francesa.
Hola! Muy buena crítica, sin dudas que L’Argent es una muy buena película!
Es verdad, es larga, pero increíble. Coincido, no creo que tenga un solo protagonista; tanto Saccard como Gunderman, Line, la Baronesa Sandorff y Jacques son piezas fundamentales. Pero no me parece que haya una «multiplicidad» de personajes, pues además de los mencionados, la Prestamista, el amigo de los Hamelin, Mazaud y Massias son los otros que aparecen, y en menor medida.
Tengo entendido que, a pesar de la megaproducción, no fue tan «taquillera» en su época. ¡Hoy los cinéfilos la valoramos muchísimo!
¡Saludos y gracias!
Sí, visualmente es impecable, pero al final quedé con la sensación de que todo eso no es más que una excusa para narrar otra historia sexual muy del gusto francés. En este caso la de un tipo que mueve los hilos para conseguir dinero con el que a su vez seducir a una mujer boba, insignificante y de aspecto y actitudes tan aniñadas que casi creo que él es un aficionado a las menores y ella una esposa virgen. Brigitte Helm y Alfred Abel están muy desaprovechados y el personaje de la prestamista al final queda en nada.
Me gustó verla, me gustó mucho su imagen, pero la historia de la bolsa y la venta de valores, que es lo que siempre se menciona de la trama, en realidad es secundaria.
Lo interesante sería leer la novela original de Émile Zola y ver si esos elementos ya estaban así en el original o si es cosa de la adaptación.
¡Un saludo!
Sí, es una buena idea. De hecho tengo por costumbre buscar los libros en que se basan las películas y al revés, buscar versiones cinematográficas de novelas y cuentos. No he leído nada de Émile Zola, creo que con El dinero podría empezar, al menos tendré rostros para los personajes.
Aprovecho de agradecer el haber descubierto El ancho mar de los Zargalos gracias a otra entrada de este blog; desconocía la existencia de esa novela.👍👍👍
Yo he leído bastante de Zola, es un autor que me gusta mucho, pero no ésta en concreto… que además se aparta mucho en temática de los otros libros suyos que conozco. También me gusta leer los libros y relatos en que se basan las películas, pero no sabría decirte si prefiero leer primero el libro o ver la película…
Y me alegro de haberte descubierto esa novela de Jean Rhys, justo la estaba releyendo cuando escribí aquel post y creo que es un complemento muy interesante a Jane Eyre.
Un saludo.