Gerhard Lamprecht

Somewhere in Berlin [Irgendwo in Berlin] (1946) de Gerhard Lamprecht


Todo cinéfilo que se precie conocerá sin duda la obra maestra Alemania Año Cero (Germania, anno zero, 1948) de Roberto Rossellini, pero seguramente muchos no sepan que dicho filme en realidad se enclavaba dentro de una tendencia mucho más amplia de películas realizadas en la Alemania de posguerra bajo la etiqueta de Trümmerfilme («películas de escombros»). Éstos eran filmes que lógicamente, dado el estado del país tras la II Guerra Mundial, situaban sus historias en mitad de los escombros a los que hace referencia su nombre. Uno de los ejemplos más célebres ya lo reseñamos aquí, El Asesino Está entre Nosotros (Die Mörder Sind Unter Uns, 1946) de Wolfgang Staudte, pero hay multitud de títulos que podrían corresponder a esta clasificación, entre ellos Somewhere in Berlin (Irgendwo in Berlin, 1946) de Gerhard Lamprecht.

La trama de la película es mínima, casi una excusa para mostrar el día a día de un grupo de personajes que tienen como nexo común a Gustav, un niño que juega con sus amigos entre las ruinas y vive con su madre a la espera de que su padre retorne de un campo de prisioneros. Así pues, vemos a Gustav entablar amistad con un granuja que ha robado una cartera con dinero y la esconde en su casa, o a otro compañero de su edad que ayuda a su padre en el negocio del contrabando con fuegos artificiales.

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Emil y los Detectives [Emil und die Detektive] (1931) de Gerhard Lamprecht

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Una obra como Emil y los Detectives resulta de entrada un film que no parece destinado a ser recordado décadas después de su estreno. Una película infantil sobre unos niños que intentan capturar a un ladrón no parece una obra con potencial para ser recordada en el futuro. Pero en realidad hay un motivo por el cual en pleno siglo XXI se hable de esta versión de Emil y los Detectives en un blog de cine y no de otras películas infantiles de la época, y es que los autores de su guión fueron ni más ni menos que Billy Wilder y Emeric Pressburger, dos de los más grandes guionistas del cine clásico. Claro está, en aquella época no gozaban del prestigio que tendrían unos 10 años después, así que Emil y los Detectives es uno de esos divertidos casos de films menores que uno encuentra rastreando en los inicios de muchos cineastas.

La película era la adaptación de una novela de éxito de mismo título protagonizada por Emil, un niño que vive en el pueblo de Neustadt y viaja a Berlín a pasar las vacaciones con su abuela. Lleva consigo 140 marcos que debe dar a su abuela, una suma nada desdeñable teniendo en cuenta que proviene de una familia muy humilde. Por desgracia, en el tren un desconocido le ofrece un dulce que contiene un somnífero y le deja dormido. Cuando se despierta descubre que no tiene el dinero. Emil sigue entonces al hombre pero es reticente a avisar a la policía. Afortunadamente, se encuentra con otro niño, Gustav, quien decide ayudarle convocando a todos sus amigos del barrio.

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Una primera advertencia al lector. No intente buscar en Emil y los Detectives indicios del inconfundible futuro estilo de Wilder y Pressburger. Tampoco rastros del cine expresionista ni, por descontado, sutiles mensajes sobre el advenimiento del nazismo (!!). La película es ni más ni menos que un film infantil. Realizada en un contexto políticamente problemático y artísticamente muy fructífero, escrita por dos de los grandes guionistas de la historia del cine… pero nada de eso se ve en el resultado final. Se trata pues de lo que promete su argumento: un film infantil e inocente, muy competentemente realizado, eso sí, pero nada más.

En mi opinión la película tiene como principal punto de interés el pertenecer a los inicios del cine sonoro, por lo que se trata de uno de esos films en que el sonido todavía se utilizaba de forma muy rudimentaria y aún persistían tics del cine mudo. La escena más remarcable de la película de hecho podría pertenecer a un film mudo. Se trata de la secuencia del sueño de Emil, el momento que destaca más claramente de todos al ser la única escena que se aleja del estilo más convencional para ofrecer un tono surrealista que recrea a la perfección la alucinación que tiene Emil bajo el efecto del somnífero.

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Por lo demás, la película no tiene mucho interés más allá que como curiosidad cinéfila, pero está competentemente realizada y no se hace pesada al ser bastante corta. Para mi gusto los actores infantiles no resultan demasiado creíbles y suponen un pequeño lastre, pero ese sería el único defecto que le achacaría.

No deja de ser curioso que dos grandes guionistas como Wilder y Pressburger sólo coincidieran en un film como éste a lo largo de sus extensas carreras. Uno no puede evitar preguntarse cómo habría sido una colaboración entre ambos con plena libertad creativa pero tampoco hay que idealizar esa fantasía, ya que por entonces aún se encontraban en su fase de aprendizaje como guionistas. Poco después del exitoso estreno de Emil y los Detectives ambos huyeron de Alemania por su condición judía y emprendieron dos carreras de sobra conocidas, una en Hollywood y otra en Reino Unido. Para entonces, aunque no habían pasado ni 10 años de Emil y los Detectives ya les debería parecer una obra de un pasado muy lejano.

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